Prólogo

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Para España, y probablemente todos los alumnos de este centro, las clases pasaban muy lentas. Demasiado para su gusto.

Él preferiría hacer otras cosas.

Es mas, ellos puede hacer eso si se lo plantean, como hace Suiza, que rara vez va a clases. Pero, admitamoslo, es cansino hacer lo que quieras durante un largo, larguísimo perdiodo de tiempo -ejem, algunas semanas de verano pasa eso-. Otro ejemplo también serían las clases que tienen, pero es obligatorio eso de que los paises tienen que ir a clase también, ¿no?

De todas maneras, España decidió que hoy eso cambiaría.

Y no, no va a hacer novillos.

Exactamente no sabe lo que hará, así que decidió que bajaría a los aparcamientos para tomar el aire.

Ya  abajo, se sentó en la hierba, pensando ideas. Sus ojos toparon los coches de los profesores y alumnos.

España admiraba su Seat, era muy comodo para conducir. Se levantó y caminó hacia su coche. También pudo ver los coches de los demás. Él podía saber de quien eran por las matrículas. Se fijó en un coche color crema, la matricula decía 8754 CLB...

CLB... Parece que dice Club....

—¡Eso es! ¡Un club! – Grita el español. Hungría, que pasaba cerca suyo, le miraba como si fuera un bicho raro.

España actualmente no está en ningún club... Asi que, entrar en uno podría solucionar su problema.

Pero sería mucho mas distractorio crear uno: Tienes que buscar miembros, un buen nombre, un salón libre para el club... entre otras cosas.

Eso es lo que España hará.

En la libreta de España, se puede apreciar algo así:

Primer paso : Buscar posibles miembros.

España pensó en su amigo cascarrabias, Italia del Sur. El ya estaba en su propio club en el que es el único miembro, llamado Club de No Asistencia a Clase 2 o algo por el estilo. No hace nada en ese club, literalmente.

Es... vago. Seguramente España podrá convencerle facilmente, asi que, se dirigió hacia él.

—¡Heey, Romano! – España se acercó corriendo hacia el italiano, con un brazo extendido como si lo fuera a agarrar para que no se fuera.

—¡Maldita sea!, ¡¿que quieres?! – España no se había dado cuenta de que Italia del Sur estaba durmiendo. ¡No era su culpa que Romano duerma en posiciones extrañas! Y bueno, así fue como lo desperto.

—Ya que preguntas... ¡Quiero hacer un club y quiero que estes en el!

Italia del Sur tardó unos segundos en asimilar lo que pasaba a su alrededor. Cuando recuperó los sentidos, gruñó.

— ¿Hay que hacer algo en el club? – Preguntó pausadamente.

—...Aun no se de que será... Por eso necesito ayuda de posibles miembros.

Romano miró hacia un lado, pensando en los nombres de clubes ocupados.

—¿El Club Mediterraneo? – Propuso.

—El Club Mediterraneo... – Repitió España como si saboreara la palabra. – Romano, ¡eres un genio!

España abrazó al Italiano fuertemente, con intención de darle un beso, pero este le paro el carro.

— ¡Deja de tocarme si no quieres que no me una a ese estúpido club, bastardo del tomate! – Gritó, alejando al español.

El Club Mediterraneo | hetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora