carta

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Ahora, violet evergarden se decía a menudo que tal vez hubiera sido mejor haber muerto entonces. Así, este mundo habría dejado de existir. La idea le seducía: este mundo no existiría y lo que él tenía por realidad ya no sería real. Del mismo modo que para este mundo ella ya no existiría, el mundo tampoco existiría para él.

Y sin embargo, al mismo tiempo, no comprendía por qué, en aquella época, había estado tan cerca de la muerte. Y aunque hubiera habido una razón concreta, ¿cómo era posible que ese anhelo por morir hubiese adquirido tanta fuerza como para adueñarse de él y engullirlo? Engullirlo, sí, ésa era la palabra. Al igual que el personaje bíblico que sobrevivió en el vientre de una ballena gigante, violet cayó en las entrañas de la muerte y pasó aquellos días interminables en una oscura y turbia cavidad. 

Durante meses vivió como una sonámbula, como un cadáver que todavía no se ha percatado de que está muerto. Cuando el sol se levantaba, abría los ojos, se cepillaba los dientes, se vestía con lo primero que encontraba, subía al tren, iba a su trabajo y saludaba a todos. Simplemente se movía en función del horario que tuviera que cumplir, como quien se agarra a una farola ante la acometida de un vendaval. No hablaba con nadie salvo que fuera necesario y, una vez de vuelta en su apartamento ,apoyado contra la pared de su dormitorio, reflexionaba sobre la muerte, sobre lo que significaba no estar vivo. Entonces ante ella abría sus fauces un abismo sombrío que comunicaba directamente con el corazón del infierno. Allí, en lo más hondo, se divisaba un vacío que giraba en espiral, convertido en nube sólida, y se oía un profundo silencio que oprimía los tímpanos. 

Todas las mañanas se duchaba y se lavaba cuidadosamente el pelo, y dos veces por semana hacía la colada. La limpieza era uno de los pilares a los que se aferraba. Colada, baño y cepillado de dientes. En cambio, no se preocupaba demasiado por la alimentación. A mediodía almorzaba en el despacho, pero, por lo demás, descuidaba su alimentación. Cuando le entraba hambre, compraba manzanas o alguna hortaliza en el supermercado del barrio y las mordisqueaba. Otras veces comía pan de molde a palo seco y bebía leche directamente del envase de cartón. En aquella época nunca soñaba. Y si lo hacía, los sueños, no bien asomaban, resbalaban por la pendiente escurridiza de su mente, sin nada a lo que sujetarse, hasta una zona completamente vacía.

La razón por la que la muerte atrajo hacia sí con tanta fuerza a violet evergarden estaba clara:

A las siete la llamaron para despertarla. Se levantó con la impresión de haber dormido profundamente durante muchas horas. Su cuerpo se hallaba sumido en una gradable torpor que no lo abandonó hasta que se duchó, se peino y se cepilló los dientes. El cielo estaba gris, pero no había visos de que fuese a llover. Violet  se vistió y tomó un desayuno ligero en el comedor 

Pasadas las nueve, se dirigió a la oficina de hodgnis. Era una oficina pequeña pero acogedora situada en medio de una calle empinada. Además de iris, había un hombre alto de ojos saltones que estaba explicando algo por teléfono. De las pare descolgaban pósters a todo color de las distintas regiones de Finlandia.

Olga le dio varios mapas. Le dijo que, si desde Hämeenlinna seguía un camino que bordeaba el lago, llegaría al lugar donde se encontraba la casa de veraneo de la familia del mayor. Marcó con una x el lugar exacto. El lago, de formas alargadas, se extendía serpenteando como un canal. Probablemente el cauce lo había abierto un glaciar que, hacía millares de años, había avanzado horadando a su paso el paisaje.

—Creo que no te será difícil encontrar el camino que lleva a la casa —dijo violet—. este camino no es tan facil y no se si sea bien recibida 

Violet EvergardenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora