IV

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Decepción

Arruinar la futura amistad de Sana era una cosa, ponerla ebria hasta el tope era algo que iba más allá de lo permitido . Mina se acercó a Nayeon en medio de la gente que comenzaba a reunirse en aquel salón de eventos, por suerte había sido improvisado y era uno pequeño. Nayeon se había quejado, pero funcionaba bien. Por supuesto estaba acostumbrada a lucirse en sus fiestas.

—¿Por qué la has dejado beber tanto? —Preguntó Mina en cuanto la tuvo frente a ella. Estaba furiosa. Nayeon se encogió de hombros. Típico. Algo tenía planeado y no la había notificado de ello.

—Sana está bien, solo la quiero fuera de esto por un rato. Solo fue una botella de vino. —uno de los meseros se acercó y les tendió un par de copas. Mina negó y se marchó a regañadientes.

¿Una botella de vino?. Resopló, buscando a Sana a su alrededor. Era casi media noche y la fiesta comenzaba.

—¡Uy! Ella no debería estar haciendo eso, puede provocar algo malo como la última vez... —Mencionaron con diversión a su costado, Jihyo la había alcanzado. La miró, bebía de una copa sin pestañear, sus ojos brillaban por el alcohol, ella también ya había empezado la fiesta. Jihyo observaba hacia el frente, miró entonces el objetivo. Sana bailaba entre dos jóvenes universitarios bastante atractivos. Un baile nada amistoso. Sí, Nayeon iba a pagar muy caro esto.

—¿Cómo llegó a ese punto? —preguntó Jihyo riendo y Mina no podía compartir la diversión. Era hora de hacer algo. O por lo menos, llevarse a Sana lejos de ahí y después sí, asesinar a Nayeon.

Miró alrededor. Vaya suertuda, había desaparecido quién sabe en dónde. ¿Cómo se había dejado convencer por Nayeon? Había caído en su juego y quién sabe qué cosas más. Sea lo que sea que habían planeado, todo había salido mal. Y la pequeña niña problema ni siquiera se había aparecido en aquella fiesta.

Había mandado mensaje, claro y a regañadientes y bajo la mirada de Nayeon. Mina había mandado todas las indicaciones, haciendo énfasis en que debían venir con vestimenta formal, no solo jeans y playera. Después no había tenido respuesta y eso para Mina había sido una buena señal.

Seguramente se había echado para atrás. Y no era de sorprenderse, quizá se había asustado y ese era el cometido ciertamente. El salón donde estaba realizándose aquella fiesta era prestigioso y bastante costoso a decir verdad.

Se relajó.

Había sido bueno, bastante ahora que lo pensaba. Una carga menos, solo hacía falta alejar a Sana y lidiar con aquellos chicos que buscaban alguna diversión sexual que Mina con obviedad iba a echar a perder. Después llevar a Sana a su dormitorio, al de Mina por supuesto, no confiaba en dejarla con Nayeon y asunto arreglado.

—¡Eureka!— mencionó Nayeon uniéndose a ella por el otro extremo. Sonreía de oreja a oreja mostrando los dientes. Su aparición sorprendió un tanto a Mina—A que no sabes a quién me encontré en la entrada. —su voz divertida solo pudo hacer que Mina sintiera un escalofrío interno. Giró con bastante prisa sin disimulo alguno, casi como si le hubiese caído agua fría en toda la espalda. Buscó en cada punto de aquel recinto. Contuvo el aliento. Miró a Dahyun, parada en la entrada. Dos chicas más a sus costados.

Mina giró entonces a donde estaba Sana, así sin pensarlo. Pánico en ella comenzó a acrecentarse, a pesar de que Sana continuaba pérdida, bailando con una amplia sonrisa sin percatarse de nada más.

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