Prólogo

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El amor. Muchos dicen que está sobrevalorado, que no es necesario tener alguien en tú vida para ser feliz, yo creo que quién dice eso se equivoca. Necesitamos de las personas para ser felices, nunca seremos capaces de alcanzar la felicidad por completo sin nadie a nuestro lado, que nos apoye, que nos motive a ser mejores personas, que ilumine tus días y los haga mejores.

Pero, nada es perfecto. Nada es para siempre. Y siempre correrás el riesgo de que en un abrir y cerrar de ojos esa persona se vaya, llevando consigo toda esa felicidad que trajo. Ese es el problema, dejar que una persona controle tus emociones, tu vida y tus ganas de vivirla. Puedes aceptar que una persona te traiga felicidad, pero nunca debes dejar que te la arranque... Ojalá hubiese sabido eso antes, así no me habría ido de lleno, así no hubiese acelerado cuando lo que venía era un callejón sin salida, cuando ya no había más camino por recorrer. Si tan solo alguien me hubiese advertido lo doloroso que puede ser amar a la persona equivocada no habría tomado ese riesgo. O quién sabe, tal vez igual sabiendo que me iba a estrellar habría acelerado.

Dando dos pasos más, me acerqué lentamente. Sabía lo que veía, sabía lo que oía. Pero me negaba a aceptarlo tanto como quería reprimir las lágrimas que se querían dar rienda suelta. Sentía mi mandíbula temblar producto de mis emociones.

—Claro que nunca la podré olvidar—lo escuché decir, a duras penas. Tomó un trago de su bebida y la dejó en la barra nuevamente—. Claro que es el amor de mi vida.

Por un par de minutos se mantuvo en silencio, al igual que su acompañante. Silencio en el que sólo escuchaba el palpitar de mi corazón, dando las últimas señales de vida antes de ser destrozado por completo.

Di un paso atrás, presa de la desolación. Desde donde estaba no podían verme, pero yo a ellos sí. A él sí, incluso escucharlo como si me hablara a pocos centímetros de distancia. Y no fué hasta que dijo las siguientes palabras que mis lágrimas escaparon rebeldes sin mí consentimiento—Por ella lo dejaría todo, tú lo sabes que siempre fué así. Anessa es la única mujer de la que me he enamorado realmente.

Cerré los ojos con fuerza, al escuchar a mi prometido hablar de lo enamorado que estaba de su ex.

Caminé por el pasillo, dejando atrás la habitación que era testigo de las confesiones que le hacía el que sería mi futuro esposo a su mejor amigo.

La MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora