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El infierno se desató, ella ardía y nada la detendría.
El amor la rompió, la soledad la acompañó, la oscuridad reino y la proclamó su reina.
Los súbitos se inclinaron la reina llegaba. Su sonrisa se ensanchaba pronunciado su legado.
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Un susurro se escuchó la reina hablaba
_Inclinate ante mi, Dejá tus susurros lastimeros, mírame a la cara y proclama lo qué piensas, el infierno dentro mío desataste ahora no pidas clemencia. Te quiero a mis pies, te quiero consumir y qué ahora veas de qué está echó el infierno que ahora has dejado arder.
Eh aquí cariño, eh aquí en mi pecho ya eh tragado lo único que podía salvarlo
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