Prólogo

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En un cuarto completamente oscuro donde un rayo de luz que entraba por la ventana iluminaba a dos sombras que se superponian, parecía que una quería tragarse a la otra y meterla en su sangre y huesos con desesperación para que nunca lo dejara.

--No lo vuelvas a decir...¿de acuerdo? - dijo Mikael rozando los pequeños y dulces labios de la mujer que estaba enterrada en sus brazos. En sus ojos oscuros sólo había una negrura y una  obsesion que ya no se podía ocultar--No lo vuelvas a repetir por que yo...no se lo que sería capaz de hacer, me volvería loco y no quiero asustarte así que por favor... Por favor

Mikael volvió a buscar sus labios, trazando con su lengua hasta que ella obedientemente dejó que el la invadiera intensamente, arrasando con todo, quitándole el aliento.

Volviendolo adicto a su sabor y querer jamás soltarla.

Cuántos minutos o sólo fueron segundos Mikael la solto, agarrando sus suaves mejillas, persistiendo que esos brillantes ojos verdes lo miraran, esperando su respuesta.

La suave chica estaba sin aliento, solo sintiendo esas manos duras que sostenían sus mejillas pero con la delicadeza que el siempre la trataba.
Pero este momento fue la primera vez  que lo vi así, desesperado, dolido y esperanzado y yo...yo era la causante de eso.

El siempre la acorralaba y la dejaba sin un callejón sin salida, era la primera vez que tenía este tipo de relación tan intensa y descontrolada. Muchas veces quise rendirme pero solo verlo a él tratarla con un amor tan delicada, sostenerla en la palma de su mano y mimarla sin importar si es irracional. Porque sabía que para él   todos están equivocados menos ella.

Por eso aunque tengo que hacerlo, ya no quiero. Solo se que si el no me suelta yo tompoco lo haré.

Ella se inclino soltandose de sus manos, por un momento pudo ver su dolor más intenso pero rápidamente le dio un suave beso.

--Lo siento, no lo volvere a decir jamás.


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Yo no soy tu destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora