La chica de cabello castaño claro, corto y bastante desordenado se encontraba acostada en el césped, al lado de aquél lago que tanto le gustaba, cubriendo su pálido rostro del sol resplandeciente con su brazo izquierdo. Pensaba sobretodo en ese accidente, ese accidente que no vió venir y que le arrebató la vida a su hermano pequeño. Nadie esperaba que justo ese autobús escolar sería atacado por el conductor, que bloqueó todas las salidas posibles para acto seguido sacar una pistola de la guantera y comenzar a disparar a profesores y alumnos sin miramientos. La chica que ahora se encontraba llorando desconsoladamente deseaba que sus padres no le hubiesen dado a su hermano el permiso de asistir a esa excursión. Aunque sabía que ellos no tenían la culpa. No tenían la culpa de que una de aquellas balas alcanzase a su hermanito. La chica se limpió las lágrimas, se levantó del césped, también se quitó los zapatos, se dirigió caminando lentamente al lago y comenzó a sumergirse en este, poco a poco, y mientras se hundía, perdía poco a poco la visión, la noción del tiempo y a su vez el oxígeno de sus pulmones comenzaba a agotarse, sonrió, porque sabía que al fin se reuniría con su hermano.
