BEFORE I DIE ⋆ shōto todoroki.

Capítulo O7

                    La noche anterior fue la última de aire fresco que tuvo el placer de vivir, pues momentos tan entrañables como aquel sería incapaz de volver a vivir y menos aún en momentos como aquel y en el lugar al que iba a pasar los últimos días de su vida, por triste que sonase.

Las ruedas de la silla traqueteaban por los pasillos produciendo un chirrido algo insoportable para ella. Desde que dio un paso en el hospital ya le tenían preparado la silla, una cesta de baño y unas toallas que cambiaban cada semana; le entregaron una carpeta con papeles sobre los horarios de las comidas, la medicina y sus citas con el médico. De allí en adelante aquello sería su nueva vida y debía de acostumbrarse a ello, dado que no le quedaba más remedio.

Cuando la puerta se abrió la vista no le sorprendió, una habitación más de hospital toda entera de un asqueroso blanco y aquel olor a ansiolíticos. El mobiliario era más bien escaso; una cama, escritorio, un sillón, el armario y lo que parecía ser una puerta hacia el baño; mirando bien había una mesa portátil con un televisor y nada más. Todo era tan simple, blanco e impersonal que la hacía sentirse incómoda.

     ──El ala C es para internos adolescente, puedes moverte por ella libremente. La sala de entretenimiento está abierta a las cuatro después de las comidas, allí podrás conocer a más jóvenes de tu edad y hacer actividades── le explicaba calmadamente la enfermera que las había acompañado a su madre y a ella hasta la habitación ──. Veo que te gusta leer── mencionó señalando una pequeña pila de libros que cargaba en su regazo ──, los viernes hay club de lectura, seguro que te integrarás bien.

Ante todo lo que decía ella asentía en forma de respuesta. Realmente le enternecía la idea de saber todo lo que tenían para aminorar el tiempo allí de los adolescentes y más aún cuando era capaz de imaginar que la mayoría de allí internos no tenía más remedio que aceptar lo que estaba por venir.

     ──Bueno, cariño, bienvenida a tu nuevo hogar── comenzó a hablar su madre poniendo ambas manos sobre sus hombros ──. Si quieres algo de casa no dudes en decírmelo y yo te lo traeré── tras eso depositó un tierno beso en su mejilla.

( TN ) alargó la mano hasta que las yemas de sus dedos rozaron la blanca y lisa a pared. Lentamente unas enredaderas comenzaron a crecer desde sus dedos esparciéndose por la pared con lentitud, pero antes de que pudiesen seguir avanzando su acción fue interrumpida por un terrible dolor en el brazo. Usar su quirk en aquellas condiciones era prácticamente un suicidio, pero de un modo u otro debía de darle su toque a aquella habitación y una de las cosas que más amaba era las plantas.

Entonces, de las enredaderas comenzaron a brotar unas rosas de color apagado parecían estar muertas, pero a la vez más vivas que nunca. Los finos y largos dedos de su madre agarraron una de ellas, la arrancó y se la puso en el pelo colocando el mechón tras su oreja.

     ──Me alegra que aún lo sigas usando, pero debes de controlarte. No sé que color es exactamente, pero te favorece── habló alejándose un poco para poder observar mejor como aquella flor lucía sobre su cabello.

Una débil sonrisa se dibujó en sus labios mirando a su madre, a la vez que escuchaba como su corazón se partía con tan solo pensar en que en algún momento su madre debería de superarlo todo sola, tener noches de cine sola y comer sola, pues desde su divorcio siempre fueron ellas dos, sin nadie más y le aterraba el hecho de que volviese a recurrir al alcohol o Dios sabrá qué.

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     Treinta minutos más tarde le habían dado otro aspecto a aquella impersonal habitación, bueno, más bien como su madre lo hizo, ya que ella estaba tumbada en la cama. Se sentía terriblemente cansada y con casi siempre ganas de dormir, era la única forma de borrar y olvidar el interminable dolor que sentía día a día.