Primeros cuatro años de Jae.
El sol se filtraba por las ventanas de toda la casa. Era principios de verano, el calor estaba terrible y el sudor no dejaba de bajar por mí frente.
Dejando los platos ya lavados en el lugar correspondiente, me sequé las manos. Levantando la vista, dejé salir un brinco cuando me topé con los ojos salvajes de un gato negro, sentado sobre la ventana justo en frente de mi.
—Carajo... —susurré entre dientes. Con el corazón más calmado, estiré mi mano, acariciando el suave pelaje negro del gato, quien cerró los ojos maullando levemente. Sonreí.
Alejando mi mano, de la nada, un copo de nieve cayó sobre su nariz, enternecido por la tierna imagen, observé como se deshacía en su nariz.
Un copo de nieve.
En verano.
Mis ojos se abrieron como platos, asombrados cuando más copos de nieve empezaron a caer sobre el gato, y sobre mi. ¿Cómo?
Levanté la vista tontamente hacia arriba, dos copos de nieve caían lentamente. Fruncí el entrecejo, completamente confundido. Dí media vuelta.
—¡Nieve! ¡PaeHyung! ¡Hice nieve!— carcajadas acompañaron los divertidos gritos de Jae, quien saltaba sobre el sillón con sus manos extendidas hacia el techo, sus alas que se habían vuelto doradas agitándose con furor.
Entonces los ví. En sus manos, una luz blanca tenue apenas perceptible se encontraba en el centro de sus palmas, copos de nieve seguían saliendo de ellas, y en el sillón en el que Jae seguía saltando, se encontraba lleno de nieve.
Por un segundo, sentí felicidad al ver su propia alegría, pero cuando observe su rostro, con venas completamente azules sobresaltando y demasiado pálido para ser normal, el miedo se infiltró en mi sistema.
Con rapidez, y soltando el trapo entre mis manos, corrí hacia Jae, asustado.
—¡Jae, baja de ahí! ¡Ven!— aquellas palabras salieron en sollozos, las lágrimas se arremolinaron en mis ojos. Tenía miedo. Mucho.
—¡Puedo hacer nieve, papá! ¡Mira!—cuantos más copos de nieve salían de sus manos, más pálido se ponía y las venas crecían por sus brazos de forma rápida. Incluso sus preciosas alas de bebé parecían enfermas.
Mi corazón latía a un ritmo demasiado rápido, las lágrimas cayeron, la impotencia me cegó y sin importarme ni medir las consecuencias de lo que podría pasarme siendo un humano, tomé a mi hijo en brazos, casi pude sentir perfectamente como el hielo congelaba mi cuerpo, y lo abracé sobre mi pecho con fuerza teniendo cuidado de no aplastar sus plumas, arrullandolo.
—Deja de hacer eso, cariño, por fa-favor...— aquellas palabras salieron en un susurro debilitado. Incluso con la piel sumamente fría de Jae que me estaba quemando, nunca lo solté.
—¿Papá?, ¿Por qué...? ¡Papá! —el grito asustado de Jae lo escuché lejano, me pregunté si se habría alejado de mi. Cuando dejé de sentir mis brazos, mis piernas, mi cuerpo, entonces me preocupé.
Ni siquiera me había dado cuenta cuando había dejado de mirar, pues la oscuridad me cegaba. Y en lo único en lo que podía pensar era en Jae. Que esté bien, por favor. Recé, la inconsciencia golpeándome sin previo aviso en segundos.
Y esa misma inconsciencia, me trajo recuerdos que luché por borrar de mi corazón y como era obvio, nunca logré.
Estaba enojado, su rostro, aquellas atractivas fracciones que siempre mostraban calma y superioridad, se encontraban tensas, furiosas.
Recargándome sobre la pared de su oficina, pese a que sabía que no debía entrar, lo analicé. Sus enormes alas añil se sacudieron con ira.
—No deberías de estar aquí.— murmuró de forma fría, sin levantar la vista de los papeles que había en aquel escritorio de madera con bordes de oro puro.
—No debería, pero te escuché gritar, nunca te he escuchado gritar, ¿sabes?
No respondió, soltado las hojas entre sus manos, resolvió sus cabellos oscuros, gruñendo.
—Puedes contarme lo que sea, espero que sepas eso.— susurré caminando hasta llegar al frente de aquel elegante escritorio.
—El maldito viejo está amenazando de nuevo. No le tomé importancia, no hasta que Chan llegó y me dijo que habían tomado a dos de mis vampiros.
Abriendo los ojos en grande, no supe que decir.— Pero puedes ir por ellos, ¿no?. Digo...
—Los mató, hoy por la mañana puso sus cabezas y sus corazones en la puerta de sus familias.
La habitación quedó en silencio. El horror me cubrió.
—Lo siento, Yoongi.— murmuré acercándome al Arcángel, mis brazos lo rodearon, sintiendo lo tenso que se encontraba.
—Él no va a parar, Taehyung, él no va a parar hasta tener mi territorio y todo lo que es mío.— fue entonces que levantó la mirada, sus oscuros ojos razgados llenos de pesadillas y horrores me miraron— Prométeme que no me odiaras incluso cuando haga atrocidades, prométeme que seguirás amándome como lo haces ahora, porque siempre te voy a necesitar por la eternidad, Taehyung. Por favor.
Tomando sus mejillas entre mis manos, presioné mis labios sobre los suyos con amor.
—Mi corazón siempre va ser tuyo, en esta vida y en las siguientes...
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El corazón del Arcángel ➵ Yoontaeᵃᵈᵃᵖ ✔︎
FanfictionKim Taehyung había sido preñado y abandonado por un Arcángel. Min Yoongi. Ese era el nombre de aquel siniestro ser que había amado con toda la fuerza de su corazón. Pronto se dió cuenta de que había parido al hijo de uno de los Arcángeles más pode...