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contenido sensible. 


Las caderas empujaron una vez más contra las suyas, su rostro estaba contra las baldosas de la ducha haciendo contraste entre el vapor del agua y lo fría de estas. Esas manos grandes lo aseguraban en su lugar, y se enterraban en su piel asegurándose de dejar una marca para al menos los siguientes tres días. Podía ver ese cabello rubio en el reflejo, escuchar sus jadeos sobre su oído, y de fondo el sonido que sus cuerpos creaban, el cual aumentaba a cada segundo, sabía que estaba por llegar, sólo quedaba un poco más para que alcanzara esa cúspide de placer que había que buscaba con tanto desespero. 

- Má..s lento, joder, ve más lento.- logró pedir, su mano derecha había abandonado la pared del baño para enterrarse en el antebrazo ajeno, sabía que iba a arrepentirse de eso más tarde, en vez de acatar su petición,  solamente recibió un gruñido a modo de negación, y un aumento en las estocadas que lograron hacer que sus ojos se bañaran en lágrimas y hacerlo perder la respiración. 

Llevó su mano hasta su boca, evitando que los sollozos fueran a ser demasiado altos, no quería ser escuchado, pero rápidamente fue cortado, una mano grande sujetó su muñeca, llevándola hacia atrás, mientras que la otra se sujetaba con fuerza del cabello de su nuca, obligándole a arquearse. 

No estaba seguro en qué momento había comenzado todo, sólo sabía que de un momento a otro todo a su alrededor dejó de ser una película en velocidad normal, para comenzar a mover con demasiada rapidez. Su mente lo hacía sentir como si estuviese frente más personas,  sus ojos con suerte podían mantenerse fijos en las blancas baldosas que reflejaban sus cuerpos , todo se convertía de forma rápida en difusas siluetas, combinadas con  luces que su propia mente creaba, que dibujaban figuras abstractas que lo envolvían, logrando que su cuerpo dejara de sentirse seguro,  mente parecía ir a una velocidad que discernía de la real, y desde que había comenzado esa carrera, no había logrado regresar a un ritmo normal. Todos los días el mismo sentimiento lo invadía, ya no importaba si el sol salía o los días eran nublados, no le importaba qué cosas pasaban, porque entre menos se fijaba en la realidad que lo rodeaba, menos dolor iba a sentir o eso se decía a si mismo, tenía que convencerse de aquello por su bien, que iba a volver a estar bien en algún momento. 

Todo había comenzado el verano pasado, con esos hermosos ojos que lo habían iluminado, logrando poner una sonrisa en sus labios, esos brazos tan fuertes a los que había corrido desesperado por encontrar un lugar seguro, ese que creyó ciegamente había conseguido y al que se aferraba de forma poco sana, era sencillo decirlo en este momento, pero cuando comenzó no, siquiera hubiese podido imaginar que todo se volvería tan sucio y oscuro para ellos ¿En donde habían quedado esos susurros a media noche? ¿Cómo habían comenzado a ser reemplazados por los sollozos que trataba de ahogar contra la almohada de su cama? ¿En qué momento su relación se había perdido tanto? ¿Cómo lo había permitido? Y más importante aún, cómo podía ser que consiente de ello no se alejara, sino que todo lo contrario, que ante la posibilidad de ser abandonado volviera a llorar pidiendo perdón por quien sabe qué, porque luego de tantos arrebatos ya no terminaba de entender cuando hacia algo bien y cuando no.

Contuvo las ganas de vomitar sus propios pies al sentir como el otro terminaba por correrse en su interior, entre los jadeos y gemidos de goce, el que por supuesto no había sentido. Sólo podía sentir el dolor punzante contra su cadera y el cuerpo fatigado por el desgaste físico más el calor que les rodeaba. Quería salir de ese baño pronto, poder vestirse y caminar como pudiera a casa de Isabel, pero sabía que aún quedaba mucho delante, no podía dejar a su novio tan pronto luego de tantos días sin verse, había logrado evitarlo durante la semana, pero era Viernes, y al ir ambos a la misma preparatoria era imposible inventarle alguna mentira sobre exámenes finales o tareas, porque encima de todo, el rubio era popular con todo el mundo, se enteraría sencillo de que era una mentira y entonces lo haría enfadar, volverían a discutir por su culpa, como siempre, y en vez de ser un buen chico, sería uno malo, un mal novio, mal compañero, mala persona, alguien que se merecía las cosas malas que le pasaban por no ser un buen apoyo para el único que había mostrado preocupación real, que había visto más allá de sus palabras, visto a través de sus ojos y respondido ante sus pedidos desesperados de auxilio.  

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