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Kageyama durmió bien, y sólo se despertó cuando la luz que entraba por su ventana era lo suficientemente brillante como para ver a través de sus párpados cerrados. Durante la noche, ambos habían cambiado de posición, de modo que Hinata se había deslizado fuera de él, y ahora estaba justo al lado de Kageyama, pero su brazo cruzaba el torso de Kageyama y su cabeza seguía sobre el pecho de éste. Kageyama nunca se cansaría de despertarse con Hinata. Pasó sus dedos por el pelo de Hinata. Kageyama se inclinó y le acarició la cabeza, Hinata seguía oliendo a naranjas pero no era tan fuerte como ayer ya que Hinata no acababa de ducharse. Kageyama estaba muy cómodo y le encantaba acurrucarse con Hinata, pero después de unos minutos, apartó con cuidado el brazo y la cabeza de Hinata de él. Hinata empezó a revolverse y Kageyama se quedó helado, pero Hinata se limitó a acercarse y no abrió los ojos.

Kageyama consiguió salir de la cama sin despertar a Hinata. Se dirigió a la cocina y empezó a freir huevos en una sartén. Quería que Hinata se despertara con un buen desayuno caliente. Kageyama no era un chef, pero por Hinata haría lo que pudiera. También cocinó un poco de arroz para acompañar los huevos, y sacó un cartón de zumo de naranja, que sirvió en dos vasos. Puso la mesa y colocó la comida en los platos. Podía llevarle el desayuno a Hinata directamente a la cama, pero la última vez que lo había intentado, habían acabado haciendo un desastre, así que Kageyama pensó que sería mejor así.

Volvió a entrar en su dormitorio y vio que Hinata se había movido de nuevo. Había tirado las mantas para que Kageyama pudiera ver que Hinata estaba ahora extendida como una estrella de mar sobre su espalda. Kageyama se acercó y dijo en voz baja: "Buenos días, dormilon". Entonces Kageyama se inclinó y besó la mejilla de Hinata. Hinata no reaccionó en absoluto, así que Kageyama siguió besándole. Bajó hasta el cuello de Hinata, y fue entonces cuando los ojos de Hinata se abrieron de golpe. Vio lo que Kageyama estaba haciendo y agarró la camisa de Kageyama para tirar de él en la cama. Kageyama cayó encima de Hinata, y éste empezó a besar a Kageyama. Kageyama le devolvió el beso, pero luego se puso de pie y levantó a Hinata: "Vamos, imbécil, se te enfría el desayuno". Kageyama lo llevó a la mesa y lo sentó en una silla.

Hinata miró su plato, "Vaya Kageyama, la comida parece realmente comestible".

Kageyama lo fulminó con la mirada: "Lo que tienes que decir es gracias".

Hinata le miró inocentemente: "¿Pero y si es asqueroso?".

Kageyama agarró la silla de Hinata y la acercó para poder ponerse justo en la cara de Hinata, "No lo va a ser, me aseguré de ello. No sé para qué me molesto en hacer estas cosas por ti si sólo te vas a quejar". Se cruzó de brazos y se recostó en su silla.

Hinata se acercó y separó los brazos de Kageyama: "Vamos, sólo te estoy tomando el pelo. Sabes que me quieres".

Kageyama puso los ojos en blanco: "Tienes razón, te quiero, pero a veces no sé por qué".

Hinata sonrió y empezó a comer su desayuno: "¡Eh, esto está realmente bueno!".

Kageyama dejó escapar un suspiro exasperado, "Te lo dije".

Mientras comían, Hinata le contó a Kageyama todo sobre su sueño, algo que le gustaba hacer cada mañana. Kageyama disfrutaba con ello, porque nunca recordaba sus propios sueños, y le parecía que eran interesantes. Al parecer, Hinata había soñado con ir a un parque de atracciones con Kageyama, en el que estaban los dos solos y podían montar en las atracciones todas las veces que quisieran. La única pega era que había elefantes gigantes de color púrpura por todas partes que debían evitar, pues de lo contrario podrían ser pisados.

"De todos modos, creo que sería divertido ir a un parque de atracciones juntos algún día", terminó Hinata. Kageyama asintió, eso sería divertido, nunca había estado en uno, pero sonaban muy bien.

𝑯𝒆 𝑺𝒎𝒆𝒍𝒍𝒆𝒅 𝑳𝒊𝒌𝒆 𝑶𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora