Cuando abrió los ojos, lo primero que notó fue que era muy temprano como para estar despierto. Siempre se despierta relativamente temprano para evitar a todos en el desayuno, pero esta mañana podría ser una de las más tempranas que ha tenido.
Se frotó los ojos y se pegó ligeramente en la cara para ahuyentar todo cansancio que todavía seguía por ahí. Se sentó en su pequeña cama y se decidió a aprovechar el tiempo extra para desayunar.
Se levantó lenta y silenciosamente, pues no quería despertar a todos sus compañeros de cuarto; son unos odiosos todo el tiempo, pero lo son aún más cuando se acaban de levantar que cuando están dormidos.
Ya se estaba yendo por la puerta, cuando se dio cuenta de alguien sentado justo afuera de esta. Tenía su cabeza recargada en el marco para que no se cayera y se abrazaba sus piernas con los brazos unidos. La cabellera negra medio despeinada y su complexión, delataban su identidad.
David se agachó para estar a su misma altura y empezó a sacudirlo cuidadosamente para que se despertara. Cuando vio que por fin abría los ojos, claramente desorientados por tanto movimiento, no pudo evitar distraerse por las esmeraldas con las que hacía contacto visual.
–Wow, no lo había notado, pero ¿acaso tienes ojos verdes? – Tal vez se dejó distraer un poco y se olvidó de que Jonathan estaba recién despertado, porque lo único que tuvo en respuesta fue un gruñido, haciendo claro que no tenía mucha claridad con su entorno en este momento. David lo sacudió otro poco para poder despertarlo correctamente – Jonathan, Jonathan, Jonathan, Jonathan. Despierta Jonathan. – Cada vez que lo volvía a decir alargaba el nombre aún más – ¿Qué hacías afuera del cuarto?, ¿por qué no entraste?, por cierto, no te vi ayer, ¿cuándo regresaste?
–¿Qué? – Jonathan todavía no sabía bien que estaba pasando, pero pudo reconocer al niño castaño que lo acompañó en la comida de ayer - Ah, hola. David, ¿verdad?
–Sí, sí. Soy David, pero eso no importa. Te pregunté algo Jonathan.
–Ah cierto, perdón. Mmm, – El pelinegro cerró los ojos como para recordar los eventos del otro día – la reunión con la mujer de ayer tomó más tiempo del que pensaban, al parecer. Cuando volví al dormitorio la puerta tenía seguro y no pude entrar. No quería despertarlos, así que me quedé aquí afuera. – Él pareció notar la cara de David, pues inmediatamente añadió – No fue un problema. No hace tanto frío como para una cobija, y la pared fue inesperadamente cómoda – Le dio una sonrisa pequeña a David para convencerlo de que no era un gran problema.
David no estaba seguro si debería creer en la sonrisa, pero decidió dejarlo pasar por ahora. Todavía era super temprano después de todo. Aunque, sí debería aclarar algo primero.
–La próxima puedes intentar abrir la puerta. Nunca está con seguro, porque nos pueden regañar, pero se atora mucho, entonces tienes que empujarla. – Se levantó del suelo para agarrar la manija de la puerta, cerrarla y luego hacer una demostración de lo que acababa de explicar.
Como dijo David, la puerta se dejó abrir después de que se empujara lo suficientemente fuerte, pero no sin hacer ruidos que hicieron que Jonathan se preocupara de haber despertado a los otros.
–Ay no, eso fue muy fuerte. ¿No se despertaron los demás? – También se levantó de donde estaba sentado, para poder asomar la cabeza por la puerta y checar en los otros niños.
–Tranquilo, todos ellos son unos tarados que no se despertarían incluso si tuvieran un elefante a lado de ellos.
Jonathan río por lo bajo, se paró y luego decidió seguir a David en su camino al comedor. Tal vez debería aprender cómo llegar a ciertos lugares para no estar detrás de alguien siempre.
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Hasta pronto
Short StoryLa familia es algo muy preciado, un lugar al que podemos acudir cuando tengamos problemas, corriendo a buscar consuelo y consejo. Entonces, ¿qué pasa con los que no la tienen? David y Jonathan. Dos niños huérfanos que han estado solos gran parte de...