Capitulo Único

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Allí estaba su pipa, narcótica y fragante. Aún yacía prendida después de horas y horas de haberla hecho pipar, su dueña, Rebeca Scarlett. Esa mañana fue encontrada sin vida, envuelta en una nube blanquecina que emanaba aquel vicio, mudo y testigo de años depresivos.

Este caso llegó a mí a través de un llamado telefónico que recibí en mi oficina. Acudí rápidamente en mi automóvil, un fiat rojo, regalo que obtuve de una fábrica en Italia.

Una vez llegado al palacio de Folkestone, me recibió Dalan Will, el jardinero privado de la reina. Caminamos extensas parcelas de jardines y nos dirigimos al  interior de la habitación, adornada de hermosas piezas de loza y cuadros con obras célebres. A penas entré, me llamó la atención un reloj del observatorio de Greenwich, cuyas agujas marcaban la hora exacta de la muerte de la señora Scarlett. El jardines se retiró y me quedé solo. Saque mis guantes de trabajo y recorrí con mi lupa la pipa usada por la mujer y observé huellas de color negro, las misma que quedaron en las agujas del reloj y en mi palma. Guardé todo en bolsa y me fui. Antes de salir me cambié los guantes por otros, me despedí del jardinero con un apretón de manos y me subí a mi auto. Sin ser visto los guarde también en una bolsa.

Elliot Hamilton, un fiel colaborador del laboratorio me esperaba. Le entregé las muestras y los resultados fueron más que claros. Dalan Will había sido el asesino de la reina. El alquitrán en gran cantidad puesto en la pipa había causado la muerte de ella en pocos minutos.

Dalan, fiel servidor, se dedicaba al cultivo de coníferas y había aprendido el arte de extraer de ellas el alquitrán, una sustancia oscura que mezcló en la cajita de tabaco el día que decidió matarla y obtener todas las riquezas del palacio.   

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