ú n i c o

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Han Seungwoo tenía un problema, el cuál venía con nombre incluido, Kan Seungsik.

El chico lo tenía prácticamente arruinado. Sus clientes no paraban de alabar el platillo de bibimbap del rubio desprestigiando el suyo.

Nunca en todos sus años de chef había sido tratado de aquélla manera, mucho menos sido despreciado por su comida. No tenía palabras para describir lo frustrado que se encontraba.

Ya nadie quería probar sus platillos, porque lo que todos querían era el buen bibimbap de Kang Seungsik. Y el iría por su cuenta a darle una probada a la exquisitez de plato que las personas alardeaban.

Por ello un día cualquiera se plantó frente al comedor de los Kang.

Pensó que estaban jugándole una broma cuando buscó la dirección del lugar en que el menor trabajaba encontrándose con que era un burdo comedor de comida. Aquél bibimbap que se hacía llamar el mejor de la ciudad estaba en un comedor y no en su fino restaurante cinco estrellas. Indignado por lo absurdo de la situación sería poco.

Cuando entró, una fresca brisa impactó contra su cara, todos los olores de las especias y el aroma de la carne roja cocinándose lo volvieron a la vida. Su boca se había hecho agua, él no podía permitirse eso. Por lo que se recompuso con rapidez adoptando nuevamente su máscara de frialdad.

Todos los trabajadores querían evadir la presencia petulante que gritaba por todos lados "dominancia" del hombre que parado en la estancia veía a su alrededor con recelo. La expresión que compartía era una muy parecida a esas que uno hace cuando se encuentra con un chiquero.

Todo lo contrario, el lugar se gastaba una decoración sutilmente oriental sin despegarse de la acogedora sensación de estar en casa. Bastante aceptable, pensaba Han para sus adentros, aúnque, nunca lo admitiría en voz alta.

A diferencia de sus compañeros Kang Seungsik no le temía a nada. Era un hombre que para su mala suerte no veía maldad en ningúna persona. Por lo que sin titubear hizo una reverencia frente al imponente hombre y lo guió hasta una mesa vacía.

Seungwoo lo siguió, sin apartar la mirada ni por un segundo del pequeño chico que se había acercado a atenderle. Todo en él gritaba Kang Seungsik, su placa con el nombre, por ejemplo.

El rubio podía sentir la pesada mirada del mayor examinándole, lo que empezaba a alterar sus nervios. ¿Se había puesto el delantal al revés otra vez? Se preguntó dejando de respirar por un segundo.

Al echar un vistazo hacía bajo se percató de que todo estaba en órden; podía respirar con tranquilidad nuevamente, sin embargo, aquéllo no explicaba el porqué de su mirada. Optó por hacerse el desentendido hasta que la espesa y ronca voz del cliente apagó el torbellino de pensamientos que le estaban abrumando.

- Mi nombre es Han Seungwoo, he de suponer que ha escuchado hablar de mi y mis proezas.-Se presentó casi con un tono de voz esponjosa que no coincidía con la manera en la que se comportaba.

Extrañado, Seungsik asintió con la cabeza efusivamente. Ese hombre frente a él era un gastrónomo, un esnob de la comida. Se decía que verle cocinar era como ver a Miguel Ángel esculpir a David.

Trató de buscar en su cabeza una buena razón por la cuál aquél hombre tan importante se encontraría en su comedor y no en algún restaurante modernista de esos que sólo las personas adineradas podían costearse.

La respuesta no tardó en llegar.

- Quiero que me sirvas el mejor bibimbap que puedas cocinar. Mis clientes no paran de alagar el suyo, por lo que me he propuesto probar el novelesco platillo que tiene a todos interesados. -Dictaminó con mirada desafiante.

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⏰ Última actualización: Apr 24, 2021 ⏰

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