El comienzo del fin

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Anna: No lo hagas, te estoy diciendo que no tiene ningún sentido lo que quieres hacer. Lo único que vas a conseguir haciendo eso va a ser que todas las cosas estén peor de lo que están.

Jeremy: Tú no lo entiendes, no te puedes llegar a imaginar lo que siento. Me podrás decir que no, pero mi mente, mi cuerpo y mi corazón piensan totalmente lo contrario. Sé que todo va a salir bien y si tú dices que no es por el mero hecho de que no quieres lo mismo para los dos.

Anna: No lo hagas enserio, te lo ruego.

Anna: ¿Jeremy? Dime que sigues ahí y que no te ha pasado nada, ¿Jeremy? , te lo ruego, contéstame.

Todo comenzó con un simple "Hola", una palabra que es tan singular como tan común al mismo tiempo pero esta vez utilizada de una manera algo más singular  Jeremy era un chico bueno, digamos que no era el tipo de chico que era conocido por todo el mundo, no tenía esa "familla" por así decirlo. Pero hay que decir que no le interesaba mucho. Él, era más para si mismo, tenía una filosofía en la cuál su pilar más importante era el amor propio ya que sí tú no te quieres a ti mismo...¿Cómo te van a querer los demás?.

En principio podríamos decir que esto se debe a su infancia ya que esta no fue de las mejores ya que desde pequeño tuvo que aprender a luchar y a quererse a sí mismo. Jeremy nació en Georgia pero más concretamente en Atlanta. Sus padre Marcus junto a su madre Clarie llevaban intentando mucho tiempo traerlo al mundo pero todo este proceso se complicó bastante debido a que cuando por fin se propusieron tener un hijo no lo pudieron tener. Todo esto se debe a la vida que tuvo Marcus antes de casarse con Clarie, Marcus venía de una buena familia, tenia unos padres algo conservadores pero con el paso del tiempo se fueron adaptando a la actualidad. Marcus tenía el sueño de ser jugador de rugby e iba por buen camino, sus padres le habian apoyado durante todo el tiempo y gracias a esto tuvo una temporada en la cuál empezó a destacar en su equipo, todo esto se torció cuando empezó a vivir solo y a cambiar su estilo de vida.

Poco a poco fue dejando de lado el rugby para poder acercarse a lo que le llamaba más en ese momento, las mujeres y las drogas debido a este cúmulo de cosas empezó a tirar por la borda todo lo que habia conseguido anteriormente. No existía día que no consumiera su dosis y no habia semana que no estuviera saliendo con una mujer diferente. Marcus ocultaba todo esto a sus padres ya que no trabajaba y sus padres eran su única fuente de ingresos.

Todo esto no duró más de un año debido a que sus padres descubrieron todo lo que escondía y le dieron 1 mes para que volviera a encontrar un trabajo. No tardó mucho en encontrar un empleo y a pesar de estar trabajando 12h al día y que no le gustara le valía para seguir manteniendo su estilo de vida. Pasaron los meses y el siempre necesitaba más y más, lo que antes era una dosis diaria se convirtio en un cuarto de esta hasta el punto de tener que elegir entre su dosis o pagar la renta de la casa.

Como ya os habreis imaginado, sí. Decidio pagar la renta de la casa, realmente no pero por un momento te lo habías creido, al igual que él al haberse creido que podría dejar de tomar su dosis diaria por acabar haciendo algo mejor con su vida, como la mayoria de personas hizo el intento de dejarlo pero no pudo y poco a poco se fue consumiendo. Perdió su trabajo y para conseguir lo que en este punto ya era su aire, lo necesario para seguir día a día tuvo que buscarse sus maneras para llevarlo a cabo. Tenía un amigo que conoció cuando entro al equipo de rugby,, este se llamaba James y fueron íntimos amigos mientras formaban parte del mismo equipo, eran como uña y carne, no se separaban absolutamente para nada. Por asi decirlo era como esa persona que se acordaba de cosas de ti que ni tu mismo te acordabas pero a diferencia de él, este siguió con su camino y no se fue por el camino de los antojos.

Una tarde decidió llamarlo debido a que le hacía falta dinero.

Marcus: Hey, ¿Te acuerdas de mí?. Soy Marcus.

James: Claro, cómo no iba a acordarme de mi hermanito pequeño. ¿Que tal te va todo?

Marcus: Bueno, las cosas no van tan bien como pensaba. Estoy metido en un proyecto y a pesar de que me de vergüenza decirte esto, necesito tu ayuda.

James: ¿Que necesitas? Espero que no sea un millón de dolares.

Marcus: Un millón de dólares no es, pero dos mil dólares tal vez sí.

James: Mira, creo que esto es mejor hablarlo cara a cara, ¿Te quieres pasar por mi casa mañana y hablamos?

Marcus: Me parece bien, ¿A que hora?

James: A las 20.00 creo que será una buena hora, hace bastante calor y ya de paso podríamos asar algo. Así que pasate por la calle Lenox, número 10 en Buckhead.

Marcus: Perfecto, mañana nos vemos.

En ese momento Marcus se sintió el hombre más afortunado del mundo, iba a conseguir el dinero para comprar su dosis y además, iba a poder pagar lo que debía. Se tomó un par de cervezas y se quedó dormido. Al día siguiente nada más despertarse lo primero que hizo fue buscar las mejores prendas de ropa que tenía para tener una apariencia agradable y que realmente pareciera que el dinero era para un proyecto, del poco dinero que le quedaba compró un billete de tren para ir a Buckhead ya que no era un sitio que tuviese a diez minutos de su casa, en la cuál no viviría por mucho más tiempo debido a que llevaba sin pagar la renta por tres meses. Una vez llegado a la casa dd James, Marcus estaba alucinando en colores.

(Marcus hablando consigo mismo en su mente) ¿Esta es su casa?. No me lo puedo creer, ni en mis sueños habría pensado en una casa así. Sigo sin entender el porqué de haber seguido el camino que no era.

Era de esperar que Marcus sintiera algó así al ver todo lo que se habia perdido, delante de sus ojos se encontraba con una casa de tres plantas con un color blanco el cuál tenía una brillantez tan fuerte que parecía que la casa estaba recien pintada todos los días. En la parte de delante tenía un pequwño jardín en el cuál tenía algunos arboles plantados y unas flores, en la parte derecha de la casa se encontraba el garaje y no solo contaba con una plaza sino con dos, las cuáles estaban ocupadas por un monovolumen. Era un cadillac precioso, tan limpio como la casa y si te lo estás preguntando, si, era blanco. Ese era el coche familiar, a su lado habia Ford, y no cualquier Ford sino un Ford Mustang el cuál valía bastante dinero en comparación al Cadillac, era de color negro y tenía dos rayas blancas por medio que lo recubrian por la parte superior, lo mejor de todo eran las llantas. Eran unas llantas plateadas que brillaban tanto como el sol y si te acercabas a ellas podias ver tu reflejo.

Llamó a la puerta y abrió una mujer, esta era Catherin, la esposa de James. Si no era suficiente con la casa y los coches, Marcus quedó asombrado al ver a la mujer de James. Si no hubiese sido su mujer seguramente por su espíritu habría intentado tener algo con ella.

Marcus: Hola, soy Marcus, el amigo de James. Habiamos quedado hoy para hablar de un proyecto.

Chaterin: Si claro, James me ha hablado de ti muchas veces, pasa. Por cierto, deja los zapatos en la entrada. Nos gusta mantener la casa lo más limpia posible.

Mientras que Marcus iba siguiendo a Catherin hacía el salón se iba fijando en todas las decoraciones que había por la casa y vio una foto de su antiguo equipo en la que salía Marcus junto a James levantando un trofeo.

(Marcus hablando consigo mismo en su mente) Diablos, ni me acordaba de que ganamos ese partido gracias a nuestra jugada. Todavía no me puedo creer que todo esto sea real.

Chaterin: Marcus, toma asiento, James se ha tenido que retrasar diez minutos la reunión en la que estaba ha durado más de lo previsto, parece que los negociantes se han resistido algo más de la cuenta pero al final James ha conseguido firmar el acuerdo.

Marcus: No te preocupes, por diez minutos no va a pasar nada. Creo que me conformo con un vaso de agua.

Justo al terminarse el vaso de agua llegó James.



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⏰ Última actualización: Apr 24, 2021 ⏰

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