Adquisición

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Mi nombre es Robsé, es un nombre muy distintivo lo sé, es una combinación del nombre de mi padre —Robert—y en el nombre de mi madre —María José—solo clarifico este dato notable por si pasaba por sus mentes la pregunta del origen de mi nombre, mis padres fueron inventivos.
Es el primer día de diciembre de 1999, y me quedan aproximadamente 30 días de vida, por lo que, aprovecho mis últimos momentos para narrar una serie de sucesos que han acaecido en el lugar donde actualmente habito y moriré.

No quisiera que interpreten el anuncio de mi muerte como una posible enfermedad terminal o suicidio, solo es una convicción o predicción que tengo, más adelante convendrán con lo que digo. Es interesante morir empezando un nuevo siglo y milenio pero eso es lo que me convence más de que voy a morir.

Estoy ávido de ganas de morir, el último año ha sido una insoportable pesadilla, quiero descansar, pero al mismo tiempo me siento horrorizado. Quisiera apuntar que creo en la vida después de la muerte, muchos no creen en ello, pero tengo una convicción de que es así, de que de alguna forma—no científicamente explicable—el cuerpo físico posee un cuerpo espiritual atado al mundo terrenal temporalmente, y esto lo considero un hecho así como considero el hecho de que entidades demoníacas de un mundo invisible, o de un mundo espiritual, me han atacado en los últimos años. Al estar convencido de que el mal se puede manifestar a través de entidades demoníacas, y que estas entidades son espíritus malignos, pues considero que nos atacan desde adentro o mejor dicho atacan nuestro cuerpo espiritual teniendo esto un efecto directo sobre nuestro cuerpo físico.  Ahora, ¿de dónde provienen los espíritus malignos? Pues la respuesta sería obvia: del infierno, sin embargo, nosotros morimos, el cuerpo físico se corrompe y se pudre, el espíritu va al cielo o al infierno, mi pregunta sería: ¿fueron aquellos espíritus malignos personas que murieron fueron al infierno y atormentan actualmente a muchas personas o existían desde mucho antes que existiera toda forma física? He escuchado a muchas personas, principalmente provenientes de campos, que han expuesto haber visto a un familiar poco o mucho tiempo después de este haber muerto, dejo esto al criterio de ustedes y no abundaré más en este tema. 

Algo que me gustaría dilucidar según mi experiencia personal es que los demonios no solo poseen a las personas como lo muestran en películas como el exorcista u otras películas relacionadas con posesiones demoníacas. Un hombre que decide organizadamente y con cabeza fría quitarle la vida a otro hombre solo por celo, está directamente relacionado con la influencia de una entidad demoníaca, acuérdense de Caín, y no solo el cometer un asesinato a sangre fría sino también un robo, una maltrato físico hacia un inocente o violación. Consideren su estado cuando están al límite de su furor, cuando les arde la sangre y sienten un odio profundo hacia una persona, animal, cosa o ustedes mismos, ¿no sienten por un momento que pierden su verdadera esencia? pero en fin, este no es el objeto de mi relato y quisiera detenerme en este  punto por ahora.

En 1950 conocí a una hermosa joven, nos casamos y dos años más tarde procreamos 3 hijos, cuyos nombres eran—empezando por el mayor—Randall, Roberto y Marbet. En 1980, cuando Randall y Marbet se habían casado, habíamos ahorrado el dinero suficiente para adquirir nuestra propia casa, era una propiedad inmensa, ubicada en un residencial concurrido de la ciudad. Económicamente nunca nos fue mal, además mi esposa y yo veníamos de familias adineradas y heredamos cierta cantidad de dinero cuando nuestros padres murieron. En aquella propiedad vivían mis dos hijos casados, que construyeron sus casas en el mismo terreno el cual era lo suficiente espacioso, Roberto vivía con nosotros,  vivimos tranquilamente y cómodos por varios años.

En 1990 mi esposa falleció de un ataque al corazón, me sentí devastado,  habíamos compartido 40 felices años de relación, fue el único amor verdadero que conocí en toda mi vida y lo que mas me destruyó fue el que ella muriera primero que yo y yo tuviera que continuar solo, puede sonar un poco egoísta porque en contraste ella hubiese continuado sola sin mí, pero la amaba tanto que el solo pensamiento de estar sin ella un día más, estremecía mis provectas extremidades.

Mis hijos siempre estuvieron conmigo, me consolaron. Roberto fue que estuvo la mayor parte del tiempo conmigo, él nunca se casó, y tenía 35 años en aquel momento, él vivía en nuestra casa pero no dependía de nosotros, de hecho nunca quise que él se fuera, a menos que se casara, pero nunca lo hizo, ¨Prefiero sólo disfrutar la vida y las mujeres y no atarme a ninguna¨ esa era su filosofía, en ese sentido no siguió mi ejemplo, pero a pesar de eso siempre estuvo ahí para nosotros.

En 1995, ya era totalmente senil, y decidí retirarme. Mi condición física para mi edad, aún eran prodigiosas, y hasta me consideraba apto para realizar actividades que requerían fuerza física, me cuidé muy bien. Decidí adquirir una casa que se encontraba frente al malecón, en la zona colonial, desde el balcón se podía ver el mar. A Roberto lo dejaría a cargo de la primera casa que compré. Vi una oportunidad excelente en aquella propiedad para despejar mi mente y pasar tranquilamente los últimos años de mi vida, la casa tenía dos niveles, no era tan grande pero era grande para una sola persona, se encuentra cerca de una avenida de tránsito promedio.

La casa no se encontraba en el mejor estado, estaba deslucida, abandonada y muy desaseada. El precio de la casa fue extremadamente accesible y lo curioso era que no tenía dueño, al parecer el banco había tomado posesión de ella. Según me dijo el joven que me asistió la casa era muy antigua, era de los tiempos independentistas de la República Dominicana, cosa que no creí porque la casa parecía renovada hace unos años atrás. Mis dos hijos varones me ayudaron con las reparaciones de la casa y rápidamente me mudé e instalé en ella.

A la semana de haberme instalado, bajé  a un pequeño sótano que tenía la casa, al momento de bajar los 10 escalones que daban al interior del sótano, sentí algo peculiar pero que no consideré alarmante. El lugar era oscuro y sombrío, había un viejo closet, una mesa, una silla y una lámpara muy antigua y las paredes eran de aquel material parecido al barro rojo que utilizaban en los tiempos coloniales, , tenía escoba y recogedor en mano porque mi objetivo era limpiar el lugar. El piso curiosamente era de madera, pude poner una pequeña bombilla blanca para iluminar la habitación en la única rosca que vi. El sótano era pequeño y angosto. 

Mientras barría, mis anteojos se cayeron, y cuando me agaché a buscarlos, descubrí algo singular en la madera del suelo, luego de ponerme mis anteojos, percibí un pequeño orificio en la madera. Al tocar esta tabla advertí que el suelo estaba hueco. Era solo ese espacio que estaba hueco, y sentí una profunda curiosidad en saber cuál era el motivo de esto, subí rápidamente y busque una pata de cabra que guardaba, la introduje en el hueco y tiré de la tabla, al hacer esto la tabla se desprendió con facilidad y descubrí algo extraordinario, había un pequeño compartimiento de unos 50 centímetros con espacio suficiente para que solo pasara una brazo de manera vertical. Había algo allí dentro, introduje mi mano y agarraré un estuche de un libro, me hice una leve cortadura cerca de mi pulgar derecho, con una de las vigas de la madera vieja, por lo que derrame una gotas de sangre sobre el estuche que había sacado. 

Al abrir el estuche, adentro tenía un libro, al tocarlo me sobrevino un inexplicable y repentino escalofrío y sentí un susurro rápido en el sótano, yo era escéptico con muchas cosas así que ignoré por completo lo acontecido.  Subí rápido a una pequeña biblioteca que tenía en el segundo piso de la casa, al sacar el libro del estuche, sentí como si el aire en la habitación se tornara espeso, sentí que me era difícil respirar y que las coyunturas de mis pies temblaban, advertí que no era un libro, sino un diario y era muy extenso, cuando vi las primeras páginas vi una lista de nombres de gente que no conocía y que  por alguna razón me daba escalofríos leer sus nombres.

Ahora quisiera pausar y aclarar algo, creo que el encontrar aquel diario oculto en el sótano ha sido el principio de la más grande desdicha que  he podido  experimentar, mucho más allá de la terrible pérdida de mi esposa, aunque no sé si la raíz del problema sea haberme mudado en esta maldita casa. En fin, aquí estoy y aquí moriré y redacto mis últimas palabras en las hojas del susodicho diario que he encontrado.

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