Del sendero al acantilado

2 0 0
                                    

Mi respiración se mezcla con los olores de sahumerios que prendo para despejar mis sentidos. Mi cuerpo se vuelve una hoja marchita, fría y tiesa. Siento como si hubiese una bestia durmiendo en mis entrañas que se hace un festín de mi vacío. Hace dos semanas que me siento en el peor punto de un acantilado, pero todavía intento aferrarme al piso aunque esté en puntitas de pie, como una bailarina.
- A todos nos importas - me decía. - Cuando vamos a comer, las chicas te ponen un plato a vos también por si bajas.
Dudo que sea cierto. No somos familia, supongo que lo dijo para hacerme creer que mi presencia afecta de una forma negativa a los demás.
- Me siento violentada - me dijo la esposa de mi papá mientras me encontraba en el sillón de al lado junto al mencionado, llorando con mucho dolor acumulado y admitiendo que estaba cansada y que no quería vivir más. Creo que es una forma mucho más bonita de decir que pensas constantemente en la forma de morir más cercana aunque no quieras, que pensas en tu funeral, en que nadie te llorará demasiado y pensas que cosas deberías vender y cuales ordenar para cuando sea el momento.
Sinceramente, a mi me da miedo morir. No quiero llegar a ese punto. Intento hacer mi mayor esfuerzo, pero los pensamientos negativos son difíciles de controlar.

Se siente violentada. Que cosa más irónica.

Soy una persona que se esfuerza mucho para que los demás estén bien, incluso si eso no tiene en cuenta a mi propio bienestar. Nos mudamos hace unos meses a esta casa, donde mi papá tomó un nuevo rol de macho del siglo XIX, manteniendonos a mi, a su esposa que no conoce hace más de tres años y a sus hijas. Nunca me quise mudar, pero aunque una esté a punto de cumplir 18, si no tiene independencia económica muchas veces es arrastrada, y si también tus padres condicionaron tu vida sin consultarte, puedo decirte que te entiendo profundamente.

Cumplimos seis meses de vivir juntos. Fue difícil adaptarme de vivir prácticamente sola (ya que mi papá se la pasaba en la casa de la que ahora es su esposa), a vivir con cuatro personas. Solo seis meses para que ya hayan peleas y tensiones. En este caso, puedo decir que pude tener por primera vez intuición.
Las dos hijas de su esposa, no saben hacer mucho en temas de convivencia e independencia. No quiero juzgar, pero a la gente promedio que su vida depende de un hilo y la empatía yace en su específico ombligo me suele parecer extrañamente penosa.
Pueden tener cosas que me impresionen como no saber hacer un nudo en una bolsa o hacer un huevo hervido, pero estoy segura que de la misma forma yo seguro no sé hacer muchas cosas que ellas sí.
Las peleas empezaron cuando ellas no limpiaban tanto como se esperaba.
Las peleas, me hacían acordar a cuando uno tiraba un trombo y giraban constantemente como en un patrón que no se rompía durante un periodo de tiempo. Esto era lo mismo.

- Cata deja todo tirado - reclamaba mi papá mientras su esposa lloraba.
Yo escuchaba todo escondida y su esposa me daba mucha pena. Cuando terminaron de pelear, fui a verla a ver si estaba bien y me agarró una presión en el pecho cuando la ví toda llorosa. Odio ver a la gente mal y agarro confianza muy rápido, lo cual hace que me afecte peor.

Empecé a limpiar más, para que no haya tensiones en la casa. Como podrán imaginar, la casa es grande.
Incluso si estaba cansada, limpiaba. Pero después, volvieron a pelear y empecé a sentir que mi esfuerzo no era suficiente. Que mi padre me comparaba con las hijas de su esposa y era la primera vez que era algo en lo que me hacía sentir destacada, desprestigiando a otros lo cual me hacía sentir peor.
Las cosas se estabilizaron, aunque las hijas hacen cosas a día de hoy solo si se las dicen y no por el simple hecho de que ven que hay que hacerlas. Yo me seguí esforzando bastante.

Hace cosa de dos semanas ya, estabamos comiendo todos. A la noche es la comida que todos compartíamos y empezó la charla de abogacía. Este año empecé la universidad y empezaron a criticar la profesión que yo decidía tomar.

- Lo único que fomentas es que gente pobre vaya a la cárcel - me decía la esposa de mi viejo - nadie merece ir a la cárcel.

Decirlo así y criticar lo que había elegido me dolió. Capaz ahora no lo entiendan pero lo explicaré en el próximo capítulo.

Salí llorando. Siempre le digo a todos lo más positivo de cualquier cosa que hagan y espero lo mismo del resto, pero a veces uno no recibe lo que da.
Esa noche, empezó todo este vacío.

Capaz si esa noche hubiesen mostrado algún interés por saber siquiera si me encontraba bien en vez de seguir como si nada, las cosas me hubiesen afectado de manera diferente.

No te preocupes, te entiendo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora