La brisa helada recorría todas las calles de aquella gran ciudad. El sol que empezaba a salir de su escondite, le daba una claridad natural a las calles. Los pájaros empezaban con sus armoniosos cantos. Los perros comenzaban a ladrar dándose los buenos días entre si. Los rayos de sol comenzaban a entrar por la ventana de una pequeña habitación. Allí donde descansaba un pequeño niño. Por encima de las sábanas con los ojos hinchados y la respiración pesada. De haberse quedado dormido mientras lloraba. Los rayos comenzaban a acariciar la suave piel de aquel niño. Que molesto por la luz en sus ojos, despertó. Abriendo lentamente sus parpados y sintiendo un inmenso mareo al sentarse sobre el colchón. El pequeño no hizo nada, no se metió en las sábanas y tampoco hizo amago de levantarse. Solo se quedo ahí. Mirando por la ventana como el sol ya casi terminaba de salir del todo de su escondite. Con sus ojos oscuros, que no poseían brillo alguno, miraba sin cesar como el sol, la estrella que alumbra nuestros días, brillaba con gran intensidad. Teniendo que apartar la vista cuando sintió que sus ojos comenzaban a arder. Aquel niño tan solo de la noche a la mañana había comprendido el porqué de los adultos al decir la famosa frase "El mundo es cruel". Con tan solo ocho años, este pequeño ya había sufrido de la muerte de dos de las tres personas más allegadas que tenía en su corta vida. Su padre murió cuando el tenía tan solo tres años de edad. En un accidente de tráfico que se ocasiono por la culpa de un borracho que conducía en dirección contraría. Había perdido también a uno de sus mayores pilares, su abuelo, hace tan solo unas horas.
El pequeño se levantó de la cama, tambaleándose al principio hasta poder acostumbrarse al no estar tumbado. Se dirige hacía la puerta a paso lento. Moviendo sus pequeños deditos por encima de sus parpados, frotándolos para dejar el sueño de lado. Cuando ya estaba frente a la puerta blanca, cerrada, de su habitación se quedo parado durante unos pequeños instantes de tiempo. Mientras levantaba la cabeza hacia el bonito dibujo que se apoderaba de toda la atención de aquellos ojos oscuros. Aquel dibujo que él y su abuelo dibujaron para que la habitación no estuviera tan sumida en las tinieblas , tras la muerte de su padre y gran héroe. El dibujo solo consistía en una gran mancha de muchos colores unos encima de otros, como si fueran una nube. La que por dentro contenía repetidas veces la palabra "dreamer" que en nuestra lengua significa "soñador". Esa palabra siempre había sido muy utilizada como un apodo cariñoso hacia su padre, casi todos en aquel barrio le apodaban con el nombre de "el soñador". Por lo que él y su abuelo -Más su abuelo que él, ya que poseía poca edad- habían decidido que ese era la mejor manera de recordar a su "Gran soñador". El pequeño niño pensó en dedicarle a su abuelo otro gran dibujo del que solo su madre y él conociesen el significado y su gran importancia. Esta vez sí, ya más consciente de sus actos se dispuso a abrir la puerta y bajar las escaleras en dirección a la cocina.
Bajaba las escaleras con paso decidido pero lento. Su madre mientras tanto ya estaba haciéndole el desayuno a su pequeño retoño. Esta tenía una mirada vacía. Sin embargo sus ojos se llenaron de alegría al verle en el marco de la puerta. Ella le sonrió lo mejor y más sincero posible, llenando de alegría la pequeña cara de su niño. Aún con los ojos hinchados el pequeño le devolvió la sonrisa a su amada madre. El único pilar que le quedaba en ese largo camino llamado vida.
-Mi niño... lloraste mucho- La madre acunaba con sus manos la pequeña carita de aquel niño de aspecto cansado. -¿Estas cansadito, mi amor?
-Sí...- Se podía notar perfectamente como los ojos del niño empezaban a acumular lágrimas. Mientras mordía sus finos labios, reteniendo el llanto que quería salir.
-No pasa nada, gatito. Llora, nadie puede decirte nada...- La madre lo cogió entre sus brazos, agachándose a su altura para que el niño pudiera ocultar la cara en su cuello. Cosa que hizo casi de inmediato al notar a su madre cerca. Los dos dejaron salir la tristeza. Con la compañía mutua y la fuerza que se otorgaban. Allí, mientras el café de una madre se enfriaba sobre la encimera de la cocina y unas tostadas recién hechas perdían su esencia sobre el plato encima de la mesa. Allí, en aquella casa. Se prometían dos almas nunca abandonarse, hasta que algo sobre natural lo hiciese. Alma de madre e hijo unidos allí y en ese preciso momento.
-Yoongi, gatito. Es hora de despertar. - Un Yoongi pequeño se encontraba dormido en su cuna. Recibiendo las leves caricias de su padre. Mientras movía sus manitas en busca de lo que rozaba su piel.
-Déjale, no ha pasado buena noche.- Decía Jihyo, la madre de esa pequeña masa de carne adorable, que inexplicablemente tenía la mirada de un gato callejero al que le estuvieses quitando la poca comida que tenía.
-Mira, ya le enfadaste. Es que ¿para que lo despiertas?
-No fue mi intención que se enfadara. Es tarde, debería estar desayunando ya. ¿No?- miraba el hombre a su mujer con cara de no entender ni un pepino como un bebé tan pequeño y aparentemente achuchable podía tener esa cara de tan pocos amigos.
-Vaya, ni que fuera su peor enemigo. ¿Cómo puede mirarme así? A penas y tiene un añito.- Dijo mientras le daba leves toques en la nariz a su retoño para que dejase de fruncir el entrecejo. -A sacado el humor de su mamá. ¿Verdad, gatito? Saliste como tu mami. Un ángel por fuera, mil demonios dentro.- En ese momento no fue el pequeño el que frunció su entrecejo y puso una mirada que acobardaría hasta el mismísimo diablo. -¿Qué dijiste, cariño?- Decía una mujer con apariencia de demonio alado, posando su mano sobre el hombro del hombre. El bebé ahora observaba la escena con diversión. Ver a sus padres discutiendo de esa forma parecía destornillar al pequeño, que a penas y sabía que tenía manos.
Recordando aquello, por las mejillas de la mujer, abrazada al niño de tan solo ocho años, caían lágrimas que dejaban un rastro húmedo y brilloso a su paso. -Mi pequeño, recuerda esto. La vida es muy corta para centrarse en lo malo. ¿Sí? Siempre habrá problemas, nadie tiene una vida prefecta. En el sentido que sea, nadie puede poseer una vida perfecta. Así que prometeme nunca caer en los problemas. Disfruta y haz de tu vida, algo bueno. Haz lo que te diga tu corazón con la lógica de tu mente. ¿De acuerdo? No es lo mismo sobrevivir que vivir. Así que vive, pequeño mío.- El pequeño Yoongi solo continuaba llorando, intentando ser consolado por las manos que acariciaban su espalda, en leves toques a lo largo de la espalda. Hasta que el cansancio se apoderó del pequeño, y cayó rendido a los brazos de su madre. En un sueño profundo.
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¿𝚅𝚒𝚍𝚊 ᴏ 𝓂𝓊ℯ𝓇𝓉ℯ?
Fanfiction"ˡᵃ ᵐᵘᵉʳᵗᵉ ᵉˢ ᵃˡᵍᵒ ᵈⁱᶠⁱ́ᶜⁱˡ ᵈᵉ ᵈᵉˢᶜʳⁱᵇⁱʳ, ʸᵃ ᵠᵘᵉ ⁿᵒ ˡᵃ ᶜᵒⁿᵒᶜᵉᵐᵒˢ ᶜᵒⁿ ᵉˣᵃᶜᵗⁱᵗᵘᵈ. ˢᵉ ᵖᵘᵉᵈᵉ ᵈᵉᶜⁱʳ ᵠᵘᵉ ᵉˢ ᶜᵒᵐᵒ ᵘⁿ ˢᵘᵉⁿ́ᵒ ᵠᵘᵉ ⁿᵘⁿᶜᵃ ᵗᵉʳᵐⁱⁿᵃ. ˢⁱⁿ ᵉᵐᵇᵃʳᵍᵒ ˡᵃ ᵛⁱᵈᵃ ᵉˢ ᵃᵘⁿ ᵐᵃ́ˢ ᵈⁱᶠⁱ́ᶜⁱˡ ᵈᵉ ᵈᵉˢᶜʳⁱᵇⁱʳ, ʸᵃ ᵠᵘᵉ ᶜᵃᵈᵃ ᵘⁿᵒ ᵛⁱᵛᵉ ᶜᵒᵐᵒ ᵖᵘᵉᵈᵉ..." No permito adaptacione...