| Capítulo 2.

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CAPÍTULO 2.

ENCONTRAR UNA RESPUESTA
ES COMO UN CHOQUE DE AUTOS.

ENCONTRAR UNA RESPUESTAES COMO UN CHOQUE DE AUTOS

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Karate. Había sido parte de si misma desde que nació, posiblemente. Había estado siendo uno de sus mayores aficiones cuando era niña. Lo practicaba con su padre y se divertida, su tanmee Miyagi, le había enseñado una paz interior que la hacía siempre estar en calma. Aquello había formando parte de su aura, aquella que solía traer curiosidad. Llegando a los catorce, lo dejó, demasiado atrapada en un montón de libros que había estado adquiriendo sobre ciencia. Tenía una biblioteca en su cuarto con una instancia de aquello, tanto desde física hasta química avanzada. Solo que eso no significaba que había olvidado como moverse, eso era imposible, incluso mientras crecía, podía ver el brillo de aquel karate en su padre. Durante algunos fin de semana, cuando su abuela no iba a visitarlo, se la pasaban en el jardín de la casa de Miyagi, realizando kata, servía para estirar los músculos y comprender un equilibrio en su pasos.

Aquella tarde había ido a ahí. Moviendo sus pies, sobre la madera, balanceando sus manos.

¿Quién es mí padre?

Preguntó una voz en su mente. Suspiró, relajando la respiración. Estaba nerviosa.
Unos pasos interrumpieron en el lugar, con una ropa de hogar, su papá le miró curioso. Sorpresivamente, pensó que no estaría ella allí.

-¿Así que practicando?

-Bueno, extraño aquí. -admitió sonriendo. - Creo que cuando las cosas siempre se pusieron difíciles, este lugar se convirtió en una fortaleza. -explicó ella.

Daniel asintió, porque aquella estancia donde había practicado y heredado la esencia de Miyagi-Do, estaba ahí, era su lugar seguro, lo fue cuando llegó a la ciudad y lo fue cuando tuvo a Samantha.
Quiso preguntar por el día que tuvo su hija, pero su celular comenzó a sonar, apartando la pregunta que iba a hacer de su sistema.
Sam se quedó mirando a su papá, hablar por teléfono, sonrió de lado de forma pequeña saliendo del lugar. Había entrenado apenas llegó a casa después de dejar a Aisha sana y salva en su propio hogar, lo cual le reducía el tiempo para alistarse a aquella salida particular con las chicas populares de su escuela.

Además, de claramente tener que conversar aquello con su papá, se recordó a si misma de camino a la habitación.
Cuando terminó de ducharse, Sam evalúo entre sus ropas cuál sería la más adecuada, tenía que un montón de vestidos que su papá le había comprado, entonces terminó por elegir uno de ellos, un lindo conjunto aprovechando el clima de California. Alisto los bordes, acomodando un pequeño chaleco, quizás para evitar algún frío pasajero.

Estaba lista para hablarle a Aisha, pero el mensaje que recibió de su amiga fue seco, escaso y le hizo sentir algo en el pecho.

LaRusso es Lawrence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora