Día 1: Escena de película / Diario de una pasión

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"Los amores de verano se acaban por toda clase de razones. Pero al fin de cuentas tienen una cosa en común: son estrellas fugaces, un instante grandioso de la luz de los cielos, una visión momentánea de la eternidad, y en un abrir y cerrar de ojos se van."

Se transportó a su vieja ciudad de origen, la cual abandonó cuando era más joven. Él se fue cuando aún conservaba los apasionantes sentimientos de aquel amor de verano en su corazón. Su fiel prometido, Husk, estaba al tanto de su retirada del país. Anthony excusó su viaje dando algunas razones no del todo falsas. Quería visitar viejos amigos, personas que jamás volvió a ver desde hace siete años.

Husk y Anthony se habían comprometido hace menos de dos semanas. Él era un veterano de guerra y el rubio lo conoció ofreciendo sus labores de enfermería en pleno servicio militar. Fue algo así como amor a primera vista. Ahora Husk pasaba los cuarenta, era mayor que Anthony, pero eso no presentaba ninguna clase de problemas. Jamás fue irrespetuoso, contaba con el dinero suficiente para que su familia y la del rubio se entrelazaran y formaran grandes vínculos. La alta clase, se eso se trataba. Los padres de Anthony veían un futuro prometedor en su hijo convirtiéndose en el esposo de un caballero generoso, apuesto y servicial como Husk.

Anthony estaba perdidamente enamorado de él. No podía mentir. El día que le propuso matrimonio y se comprometió, comenzó a llevar un enorme anillo de diamantes en su dedo anular. Era un símbolo del amor que se tenían.

El rubio suspiró al salir del auto y al descender tratando de acomodar sus casuales ropas de colores claros.

Volver a su ciudad natal era nostálgico. En un par de semanas se casaría y la organización de una gran boda estaba en los planes. Sin embargo, aún necesitaba resolver muchas cosas de aquella vida que dejó atrás, de aquel amor de verano que surgió cuando apenas tenía unos diecisiete años. Cuando era un adolescente y, en ese entonces, el amor de su vida solo le llevaba un par de años de más.

Husk le permitió viajar. Pero no sabía el motivo real. Anthony quería reencontrarse con el hombre al cual le juró su amor eterno. Aunque ya había pasado mucho tiempo de eso y los sentimientos cambiaban... ¿Las emociones eran distintas? La madurez tal vez sería la causa de eso.

Estaba nervioso. Visualizó la enorme casa de paredes blancas y ventanales azules delante de él, instalada a un costado de un enorme lago cristalino. Tenía unos tres pisos y se veía glamourosa, como si un ejército de hombres con buen gusto la hubiera edificado. Anthony recordó los colores... Esa era la casa de sus sueños, de la que tanto habían hablado junto a Alastor cuando eran unos adolescentes tontos y ambiciosos.

El auto se marchó y Anthony caminó hacia el gran edificio. En realidad, había visto a Alastor algunos días atrás. Quedaron en ser amigos en memoria a los buenos tiempos y por los recuerdos invaluables que habían pasado siendo solo niños. Ese era el trato. Pasar tiempo, hablar, beber, reírse. Solo eso. Porque Alastor sabía que Anthony iba a casarse en menos de dos semanas con aquel hombre llamado Husk.

El rubio amarró su cabello rubio mientras se adentraba al granero de la casa. Alastor la dejó sin seguro, esperaba su visita. Ajustó un poco mejor su camisa blanca ajustada al cuerpo y bajó un poco su falda azul clara. Anthony era un hombre, pero nadie criticaba su forma de vestir porque era fácilmente confundido con una mujer. Llevaba medias color piel más arriba de sus rodillas y unos tacones negros bajos cómodos. Le dio una vuelta al granero y terminó de amarrarse sus largos cabellos rubios. Sus ojos azules se enfocaron en su alrededor, hasta que escuchó que alguien descendió con lentitud unas escaleras desde la planta alta del mismo granero.

Cariño, hola.

Anthony escuchó a Alastor. Alzó la mirada para verlo y se encontró con un hombre de piel morena, camisa blanca holgada y pantalones grises algo grandes debido a la época. Tirantes, una boina rústica. Algo de bello facial y sus característicos anteojos circulares. El castaño terminó de bajar por los últimos peldaños de las escaleras, solo para arrimarse a Anthony y sonreírle mucho más animado.

Semana RadioDust (2° Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora