El aire frío calaba sus pantorrillas. Era de noche en Konoha y él sabía que no debía estar ahí. Le había prometido que la vería pronto, pero no que ella lo vería. Ésa fue su trampa. Le dijo que tenía que viajar, que tenía que redimirse; lo estaba haciendo, pero no podía dejar de regresar a ese tejado. Tampoco se culpaba de nada, cada palabra que le había dicho había sido cierta: estaba viendo por sí mismo cómo lucía el mundo, también veía las cosas que antes había pasado por alto, incluso intentaba enfrentar esos asuntos que lo molestaban. No le había engañado, estaba en su camino hacia la redención. Sin embargo, lo que no le había dicho era lo que pasaba realmente en su cabeza, era el significado de todas esas palabras.
Frente a él estaba una ventana rectangular y detrás de ésta, una cama larga en donde descansaba una jovencita de cabello rosado. Apretaba los párpados como si tuviera una pesadilla. Él sabía que ella no solía dormir bien; en cada ocasión en que la visitaba, ella se removía una y otra vez. Más de una vez se despertó con la respiración agitada y los ojos verdes abiertos cual platos. Momentos después, cerraba los ojos mientras murmuraba algo que él no podía escuchar; luego volvía a dormirse.
El mundo. El mundo era como ella, siempre alerta, pero con una mirada llena de esperanza. El mundo, al igual que ella, sabía que no podía bajar la guardia. Después del ataque de Kaguya, nadie podía estar tan tranquilo; pero tal y como lo hacía ella, sonreía cada mañana con la fe en alto. El mundo cambiaba, se preparaba para una nueva era; ella también lo hacía. El mundo cada día lo sorprendía más… al igual que ella.
Las manos de la muchacha se aferraron a su cobija, la apretaron con fuerza. Él sabía que pronto despertaría y que miraría hacia su ventana un segundo antes de que él se ocultara. Todavía no podía verle, aún no estaba listo, aún no terminaba su largo viaje. Sabía que dos años podían ser suficientes para cualquiera, pero ése era el problema. Él no era cualquiera. Ella arrugó la nariz. Ésa era la señal. El joven saltó hacia el tejado vecino.
Las aldeas trabajaban en conjunto, todos los ninjas habían ayudado a acabar con la guerra. Quizá muchos no tuvieran la fortaleza del jinchuriki del kyubi, pero habían sido tan vehementes como… como ella. Sus luchas, sus esfuerzos, sus lágrimas, todo lo podía sentir. Era eso lo que había pasado por alto. El poder no se mide en la cantidad de jutsus que se aprenda, sino en la esperanza que une a toda una aldea, a toda una alianza. Ningún héroe existe por sí solo, necesita un apoyo externo para serlo. La soledad es el camino a la ruina, eso lo sabía; pero pasó por alto que el camino al éxito era el amor. No era fácil comprenderlo; después de todo, él ya había perdido bastante por amor. Arrugó el entrecejo. Eso era algo que todavía no entendía.
Regresó a su techo favorito. Aquél desde donde podía verla sin ser visto. Aquél al que acudía cada dos semanas después de sus largos viajes. Aquél que ya tenía sus huellas marcadas. Dos años y todavía la visitaba anónimamente. Se llevó su mano derecha al pecho, justo donde llevaba un collar con el dije del símbolo de su clan. Sabía que pronto tendría lugar su reencuentro. Aunque quisiera evitarlo, él solo no podría contra lo que se avecinaba. Echó un corto vistazo hacia la vivienda de los Hyuga. Sólo esperaba que su mejor amigo estuviera preparándose, pronto tendría que cuidar a las hermanas de esa familia. Y él estaría ahí cuando lo necesitara, porque también había encontrado lo que debía proteger. A quién debía proteger.
Suspiró. Todavía no podía lidiar con aquello que le molestaba. Por más que la observaba, por más que seguía sus pasos, por más que intentaba, no podía comprenderla. Había invocado un águila para que estuviera cerca de ella, sólo pudo conseguir esa manera para no alejarse demasiado. Sólo eso pudo idear para estar en contacto con esa mujer. Quería saber todo de ella, quería averiguar lo que se había perdido durante su ausencia. Confió en que así podría saber porqué… confió en que así podría entender sus razones.
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Razones (SasuSaku OneShot)
Fanfiction"Te veré pronto." Ésas habían sido las palabras de Sasuke hacia Sakura, ésa había sido su promesa. lo que ella no sabía era que él la visitaba cada dos semanas, que él sí la veía seguido, aunque ella no. Desconocía que él la veía dormir dos veces al...