Mis padres nunca estaban en casa, para ellos era más importante salir con sus amantes que reunir las piezas de su roto matrimonio. Siempre me quedaba solo, ya fuese en la mañana o en la noche, no es como si me afectase, era la rutina de todos los días: cada quien en su mundo y con la persona que les brindaba una luz de felicidad, luz que creían que era un Sol cuando era tan frágil como la luz de una vela. Yo era igual que ellos: de chica en chica, beso tras beso, y el vacío no se llenaba jamás.
Sin embargo, tras unos cuantos meses conocí a una chica poco convencional: ella no destacaba en el salón, el horrible uniforme que llevábamos puesto la hacía invisible y más con su cabello desarreglado, lo único que hizo que notara su presencia eran las fishnets (medias de malla) que cubrían sus finas piernas, me imaginaba como eran sus pies: deseaba que fuesen eróticos sus dedos, con uñas pintadas de negro y sus plantas suaves, con un olor a dulce y limpios; jamás me llamaron la atención los pies sucios y malolientes. Pero volviendo a la realidad, había un imbécil que a diario la llamaba "repulsiva" y le tiraba sus libretas.
Durante semanas la molestaron los otros alumnos del salón, yo no hacía nada por defenderla, le iba a servir para que formara carácter en el futuro; pero una tarde, casi a la hora de salida, el mismo tipo que siempre molestaba a la chica la abofeteó, para mi fue demasiado, me levanté rápidamente de mi pupitre y sin que la porquería humana se diera cuenta le metí un golpe con demasiada ira en la nuca, sentí como se me rompió un dedo por el impacto, las estúpidas niñas que en un principio se burlaban, terminaron gritando y llorando, al final llamaron a un profesor y me llevaron a Dirección. Tras varios regaños recibidos por el Director, les terminé amenazando que yo levantaría una queja contra la escuela porque las autoridades escolares eran incompetentes, no era la primera vez que el imbécil que golpee hacía una pendejada en contra de algún compañero, les recordé la vez que le hizo un chupetón en el cuello a un niño, o la vez que le rompió el pie a un gordinflón; sin más explicaciones me retiré y dejé hablando como loco al Director, no haría nada de todos modos, no le convenía ser destituido por ser un pendejo inútil. Fui a recoger mis cosas del salón, no sin antes de haber jalado mi quebrado dedo con fuerza para que se acomodara el hueso, ¡dolió como la puta mierda!; cuando entré al aula, pude ver que ya estaban los alumnos de la tarde, y echando un reojo, me percaté que eran igual de patéticos como los de la mañana.
Ningún amigo me esperaba a la salida, y aunque los tenía, sólo hubo una persona esperándome: era la chica impopular de apetitosas medias.
---Has salido tarde---me dijo---siento mucho que te hayan regañado por mi culpa, el otro niño se lo llevaron a su casa, su abuela no levantará ningún cargo en tu contra.
---Ese es tu problema, siempre crees que eres tú la de la culpa. Las personas de porquería no cambian hasta que les devuelves la misma violencia con la que te tratan, ya fuese verbal, psicológica o física. Es estúpido creer que la gente basura va a cambiar de un momento a otro---le respondí en tono serio, no estaba molesto con ella, pero le dejé en claro que se valorase más.
---Soy una estúpida, lo sé. Al menos, permíteme invitarte a mí casa para que te cure esa mano, pude escuchar cómo se te rompió el hueso cuando lo golpeaste. Mi papá tiene una farmacia, mínimo deja que yo te haga un vendaje y brinde un calmante para el dolor; tómalo como agradecimiento por haberme defendido. ---Accedí a la oferta de la mujercita.
Después del día que sucedió aquello, ella comenzó a hablarme, nos agradamos tanto que se volvió mi mejor amiga, más bien, mi verdadera amiga. Los chicos que consideraba amigos no lo eran, poco tiempo bastó para que me mostrarán su doble cara, hipócritas y un poco misóginos.
En nuestros momentos de ocio, a ella le conté sobre mis problemas familiares y ella de los suyos, me contó del cómo su padre abusaba sexualmente de su madre y los golpeaba, para alguien poco pensante parecería aquello estúpido, pero no por el hecho de que alguien sea tu pareja signifique que tengas que tratarla como objeto para tu propia satisfacción si la otra persona no lo desea. También nos contamos sobre nuestros pasatiempos, a ella le encantaba dibujar y escuchar música de bandas como Surf Curse o Brothers In Law, a mí también me encantaban, principalmente: "Gothe Babe" y "Sharp Leaves". Con vergüenza, le mencioné sobre mi fetiche de pies, a ella no le importó, me confesó que también le excitaban los pies, sobre todo de las chicas, así como también le acariciaran sus orejas.
ESTÁS LEYENDO
Los pies de mi amiga
Teen FictionElla puede ser rara, pero sus pies son lo mejor de su personalidad, tan dulces...