PRELUDIO

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HUMAN
00. The Beginning

"The beginning of the end"

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"The beginning of the end"

GOTHAM CITY
2007


Las gotas de lluvia se deslizaron por el vidrio cuando la puerta del automóvil se abrió y una mano enguantada se extendió delante suyo. Deborah Wayne esbozó lo que pretendía ser una sonrisa de agradecimiento, pero aquello estaba lejos de ser la sombra de una sonrisa a causa de su semblante pálido. Tal vez se debía a que no había comido nada desde hace veinte horas, o porque había dado un viaje por carretera que duró cercas de cuatro horas, o porque los motivos que la llevaron a realizar dicho viaje no eran necesariamente agradables.

—Gracias, Phillip. —agradeció la muchacha al chófer.

Dando lo que parecía ser su décimo suspiro del día, la joven Wayne agachó su cabeza para pasar con un gesto nervioso un mechón de su cabello castaño por detrás de su oreja para acto seguido aferrarse a su bolso y dirigirse a la puerta de cristal que separaba el garaje del interior de la residencia.

Apenas cerró la puerta una vez que entró, a sus espaldas se pudo ver como una gran y pesada pared de madera se deslizaban por encima de la superficie de vidrio para así brindar más seguridad al garaje.

Deborah frunció los labios. Detestaba que su hermano hubiera instalado esa tecnología en toda la casa, destruyendo su infancia para transformarlo en una mansión del futuro donde todo funcionaba por medio de cables y tecnología. Era absurdo, pero, después de todo, también era su casa, y él podía hacer con ella lo que quisiera, siempre y cuando respetase la habitación de Deborah.

La joven castaña miró con cierto recelo a lo que era la habitación que medía cuarenta metros cuadrados que tenía la funcionón de guardar abrigos y los paraguas, y que además guiaba a la cocina del hogar, sin tener alguna puerta como división.

Cerciorándose de que no hubiera nadie cercas, Deborah buscó apoyo en la pared para así quitarse las botas de gamuza. El tacón la venía torturando desde hacía horas, pero, le gustase o no admitirlo, ante todo estaba su vanidad, y ella deseaba verse más alta debido a que no estaba del todo conforme con su metro setenta. Además de que le gustaba escuchar el repiqueteo de los tacones contra el suelo. Era un sonido que la tranquilizaba cada vez que salía de casa.

Dando un suspiro de alivio cuando sus pies quedaron libres, la castaña avanzó descalza por el suelo color gris, casi negro, y se dispuso en buscar a Bruce y Alfred. Sabía que ya eran las tres de la mañana, y a que esas alturas su hermano estaría ya fuese fuera de casa o en su habitación con otra mujer desconocida, pero al menos quería saber si estaba en casa.

—¿Alfred? —llamó al que era su mayordomo—. Alfred sé que estás ahí.

Alfred tenía la mala costumbre de que cada vez que alguno de los dos hermanos Wayne salía, sin importar la edad que ambos tuvieran, él se quedaba despierto hasta ver que llegasen a salvo a la mansión. Deborah creía que esto se debía a lo sucedido con sus padres, pero no podía estar segura del todo, aunque, según le había dicho Bruce, aquella era una buena teoría. Y a pesar de que Deborah y Bruce se quejaron al comienzo por el comportamiento protector del mayordomo, para sí mismos reconocían que era agradable saber que alguien se preocupaba por ellos, porque eso significaba que tenían a alguien que los procuraba.

𝐇𝐔𝐌𝐀𝐍 》Clark KentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora