Recovecos.

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Cariño,

Sé sobre el pozo en el que estás cayendo, sé de tus lágrimas en la noche y de tus ganas de gritar. Sé sobre tus mentiras, sé de tus heridas y de tus ganas de morir. Sé que te preguntas "¿Dónde está la felicidad de la que tanto hablaban?" y cómo tú desesperación se termina convirtiendo en aceptación. Pero no quiero que aceptes una mentira, no quiero que aceptes que no puedes estar bien. Porque yo quiero que estés bien.

Veo que no has sonreído en mucho tiempo, que ya no ríes como antes y que extrañas lo que eras. Veo que no has hecho más que echarte la culpa a ti misma y sigues callando, callándolo todo. Veo cómo tu corazón arde y quema tu garganta, como tratas de ahogar esas lágrimas cada vez que te miras al espejo y odias lo que ves.

Has comenzado a odiarlo casi todo, pero no quieres odiar, sabes que el cariño te hace bien, pero tus ojos están observando el vacío y el aire se consume con facilidad. Me he dado cuenta que tienes esa sensación de estar entre paredes, en un lugar muy pequeño, en el que estás sentada y sigues llorando; esperando que los pequeños muros se cierren más y acaben con tu existencia. Y también que a veces es lo contrario, que te sientes en un lugar tan grande que tu mente dice que eres insignificante y pequeña, y que nadie te nota, que estás sola y seguirás sola. Y le das más lugar al sufrimiento, porque tratas de ocultarlo mientras que en tu interior ese agujero crece y crece, te consume, te deja sin fuerzas. Porque te sientes débil, que cualquier dedo que te toque te hará caer y te destruirá en pedazos. Y bien que a veces quieres que pase...

Porque miras a tú alrededor y lo único que ves son fracasos. Porque tal vez tienes lo que quieres pero no lo que realmente necesitas. Porque te sientes atrapada en reversa. Porque te ves rodeada de gente pero te sientes aún más sola, vacía. Tratas de dar lo mejor, pero no tienes éxito y nadie logra ver tu esfuerzo. Y ves a tus padres pelear y sólo quieres huir de casa, quieres dejar todo atrás y caminar por la calle desierta. Pero sabes que no puedes irte, que debes quedarte y seguir callando, callándolo todo. Entonces te miras nuevamente al espejo y el odio sigue creciendo, y sientes que necesitas sacar ese odio de alguna manera. Pues ahí te veo, yendo a abrir tus heridas, tratando de que tu dolor físico sea mayor que el emocional, que el de tu corazón. Te veo torturándote con los recuerdos, con las palabras, tu agujero creciendo y tú cayendo, cayendo mientras un grito ahogado sale de tu boca.

Deseas que alguien te escuche y sea capaz de sacar el dolor, pero sigues con una sonrisa en tu rostro, y cada vez que te preguntan si estás bien; dices un convincente sí. Pero ellos no ven dentro de tus ojos como veo yo, no ven que te han destruido y que en realidad no estás bien. Y piensas que no puedes estarlo. Llevas ese peso tan profundo en tu espalda que no te deja caminar, no te deja correr hacia la libertad que tanto quieres. Es como si cada noche viniera aquella sombra y acariciara tu cabello y te susurrara que todo empeoraría. Tú, con los ojos ciegos, le crees y dejas que te acaricie. Sé que tu tristeza es una obsesión.

A veces ves cadenas invisibles en tus manos y pies, cada paso que das es como una tortura, cada movimiento duele. Y sabes que va a ser peor, que cada día que pase vas a seguir con aquellas cadenas que no te dejan moverte. Ves que tu vida es como la llama de una vela, que podría apagarse con tan sólo un soplido. Ves que subiste a las nubes, pero caíste, caíste muy rápido. Ves que las palabras tuvieron el poder para cambiarte, que todo pesa el doble y tu corazón se rompe un poco más cada vez que piensas. Y sigues pensando que nadie escuchará lo que quieres decir. Pero, después de todo, no sabes qué deberías decir...

Quiero decirte que, en realidad, no estás sola. No sabes el tiempo que he esperado para decírtelo, para hacerte saber que tu sonrisa da vida, que tu corazón es de oro y no va a destruirse. Sé que te sientes hundida, pero hay una salida, cariño, sí que la hay. Es muy difícil verla cuando estás pasando por esto, pero yo también lo tuve, ¿recuerdas? Tuve esta fiebre del dolor y  aquí estoy, vivo, respirando y estoy esperando para oírte reír. Vamos, ríe, ríe para mí.

Eres un pequeño ángel, recién estás aprendiendo a volar, amor mío. Te he sentido tan atrapada, pero déjame mostrarte que en realidad tus paredes son irreales, estás libre, estás hecha para volar. Y aunque lo niegues, te lo digo yo: todo tiene una salida. Hoy que me estás leyendo y tal vez crees que estoy loco por todo lo que he dicho, pero sé que en el interior lo anhelas. Y si tanto lo anhelas, yo quiero revelarte que en realidad puedes.

Ésta vida tiene un principio y un fin, los dos lo sabemos, pero no dejes que todo termine ahora; recién acabas de comenzar a vivir. Y esto es sólo un momento, un momento de llanto y de dolor, pero es lo que te hará ser fuerte, lo que te demostrará lo valiente que puedes ser. Para luego pararte y darte cuenta que en realidad no quieres estar estancada, si no que quieres salir y yo sé que lo lograrás. También sé que costará, pero no sabes la inmensa fe que tengo puesta en ti.

Mirarás atrás y dirás: "Lo logré." Y quiero que recuerdes esta carta, que recuerdes cada palabra y veas lo inmensa que eres, lo especial que eres. Porque tu vida vale más de lo que crees y no es casualidad que sigas aquí, no es casualidad que sigas respirando. Tienes un propósito, un hermoso propósito, un camino delante de ti que espera ser descubierto. Eres invencible, luz mía, mira por lo que has pasado. ¿Acaso crees que no puedes seguir después de todo lo que has aguantado? Eres de lo más fuerte que conozco y estoy tan feliz de que hoy me leas, en serio. Puedes confiar en mí y en aquel amigo invisible que siempre está.

Siempre estaré aquí, cariño, si me necesitas sólo házmelo saber. Porque vine para darte vida y vida en abundancia. Y que esa hermosa sonrisa no se desvanezca. Espero que tus ojos sigan con ese brillo tan especial.

Y esto es un poco de lo que me gustaría decirte, de los buenos deseos que quiero darte y de la cantidad de felicidad que anhelo que tengas. Quiero que cuando me veas me sonrías y me abraces, y nos saquemos esa fotografía que tanto deseas.

Eres un tesoro.

Te quiere,

                                                                                                                                               Ashton.


Carta a un suicida ◎ a.i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora