2. En la tormenta

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Kakashi, aún dormido, comenzó a sentir que le pateaban y se dispuso a recobrar la conciencia. Fue hasta entonces que escuchó el molesto timbre y los quejidos de una medio dormida rubia que seguía empujando su pie contra el del hombre que abrazaba.

—La puerta... —se quejó ella y Kakashi sonrió al mirarla, se inclinó para besar su frente y, apartando sus brazos de ella, fue hacía el origen de las molestias.

—Qué molesto —dijo abriendo al fin la puerta.

Iruka estaba petrificado de miedo y solo atinó a levantar la bolsa de provisiones antes de sonreír mostrando abiertamente ese sentimiento que le estaba aplastando.

—Traemos el desayuno —dijo el castaño.

Kakashi pensó en cada palabra que el otro dijo, y es que recién despierto su ardilla no giraba tan rápido. Lo que había escuchado no parecía estar del todo bien.

—¿Trae...mos? —preguntó alzando una ceja, y un rubio de amplia sonrisa salió de detrás de su sensei.

—Hola —dijo el rubio y Kakashi entendió todo.

—Tú tocabas la puerta... entiendo —dijo y, entrando a su casa, dio paso a los dos inesperados visitantes—. Y bien, ¿qué hacen aquí? —preguntó Kakashi sentándose en el sillón una vez que llegaron a la sala.

—Vinimos a desayunar contigo, Kakashi sensei —informó el ruidoso llevando las bolsas de comida a la cocina.

Iruka sonrió y Kakashi rascó su cabeza, entonces algo inesperado ocurrió. El sonido de la cadena del baño le robó la sonrisa al menor de los sensei.

—¿Hay alguien contigo? —preguntó Iruka confundido mientras el rubio se apresuraba a salir de donde estaba con un tazón de cristal en la mano.

La respuesta vino sola. Una chica de complexión delgada y cabello desordenado salió del baño con la camisa de Kakashi puesta.

Iruka pudo sentir su corazón romperse, incluso pudo escucharlo, todos lo escucharon, hasta la chica que miraba en dirección de su pupilo al que no pudo evitar mirar también. Solo entonces se dio cuenta de que lo que habían escuchado era el tazón que Naruto había soltado haciéndose añicos.

La chica no dijo nada, bostezó y siguió su camino para meterse en esas sábanas que aún guardaban el calor de dos.

Iruka intentó lograr respirar de nuevo, y con mucho esfuerzo lo logró, entonces salió de la habitación seguido por Kakashi, al que no pudo perder aunque apresuró el paso.

—Espera, Iruka —pidió en tono serio el peliblanco.

—Es una niña —alegó Iruka llorando y Kakashi coincidió con él.

—Lo es —admitió el peliblanco.

Iruka movió la cabeza pensando que era obvia la respuesta. Si alguien era capaz de hablar con desfachatez era ciertamente Kakashi sensei.

Completamente molesto, Iruka zafó su mano del agarre del mayor y se fue. Kakashi rascó su cabeza y, recargándose a la pared, suspiró.

—Es un malentendido —dijo el que se quedaba en el pórtico sin poder haber dado la razón de lo que pasó.

Dentro del departamento, Naruto había seguido a la chica y picaba su mejilla con un dedo mientras hacía un reclamo.

—Acabas de arruinar la vida de alguien y eres capaz de dormir tan plácidamente —dijo.

La chica, sin abrir los ojos, movía su mano intentando golpear el dedo que la molestaba, pero no lo conseguía.

—Eres un fastidio —dijo ella incorporándose tras fallar en su intento de ignorar al que la fastidiaba.

»¿La vida de quien arruiné?, ¿eh? —preguntó frunciendo el ceño y tirando un golpe más fuerte que esta vez sí acertó.

—Buen día, Kohana chan —saludó Naruto sonriendo.

—¿La vida de quién arruiné? —repitió la chica rodando los ojos.

—La de tu papá —respondió el rubio y ella le miró fijo.

—La de... ¿mi papá? —preguntó realmente sorprendida—, ¿hice eso? —preguntó al hombre que entraba a esa habitación—. ¿Te arruine la vida, papá?

—Es un malentendido —dijo Kakashi volviendo a dejarse caer a su lado.

Después de escuchar la explicación de la situación de su padre y el que hubiese salido corriendo, la chica miró con cara de disgusto a su padre.

—¿Y no vas a seguirlo? —preguntó Kohana.

—Tengo resaca, sueño y a mi hija en mi cama; ¿debería seguirlo? —preguntó Kakashi.

—¡Deberías! —dijeron a unísono el par de adolescentes.

Kakashi rascó su cabeza y miró al cielo como implorando encontrar la respuesta, o las palabras adecuadas para explicar el malentendido a Iruka.

Fueron todos a la cocina, cocinaron entre bromas, desayunaron y, poco después de mediodía, salieron a arreglar lo que se hubiera desarreglado. 


Continúa...

AMOR ¿PROHIBIDO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora