Imagina

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Hoy era el día. Era nuestro día.

Era el día en el que Ashton, mi novio desde hace 3 años, y yo, íbamos a casarnos.

Podría decir que hasta recordaba como fue nuestra primera cita, o como fue que me presento a sus padres, o nuestro primer beso..

Millones de recuerdos invaden mi mente. Pero ahora solo puedo consentrarme en una cosa. En que todo salga bien.

Quería que, en el momento en el que yo llegara al altar, Ashton me estaría esperando, y todo seria perfecto.

Tal y como lo soñé, pensé.

En estos instantes, estaba terminando mi maquillaje. Llevaba un vestido de esos que son como de princesa, y unos zapatos de tacón alto. Mi cabello estaba medio recogido, pero aun así se veía simple. Me encantaba lo simple.

Cuando terminé, escuche como la puerta de la habitación se abría. Mi madre, estaba llamándome.

-____- dijo ella.

-¿Si, mamá?

-Ya es hora de irnos...

Mis nervios aumentaron. No quería salir, pero era muy tarde para arrepentirse. Y no, sabia que después de este día, jamás me arrepentiría de haber salido.

Mi hermana, mi madre, y yo, estábamos en la limusina. Ashton decía que debía tener el mejor transporte, yo no le daba importancia.

Llegamos a la iglesia. Una iglesia muy hermosa en las afueras de Sydney. Allí era donde los padres de Ashton se casaron.

Mi hermana y mi madre bajaron primero, y luego me ayudaron a bajar, ya que mi gran vestido no me lo facilitaba.

Estaba por entrar, no podía creerlo. Luego de esta ceremonia, Ashton y yo estaríamos casados. Juntos. Unidos.

Buscaba por todas partes el rostro de mi padre, quien me acompañaría hacia el altar. Cuando lo vi, con ese traje negro, una sonrisa apareció en mi cara. Aunque llevaba sonriendo todo el día.

Envolví mi brazo con el de el. Y después de que las gigantes puertas se abrieran de par a par, empezamos a caminar.

Y allí, a unos 40 pasos de mi, estaba él. Ashton Fletcher Irwin, mi futuro esposo y padre de mis hijos. Dios, no había palabras para explicar cuanto lo amaba. No podía creer todo lo que había pasado en tan solo 3 años. 3 años de puro amor.

Cada vez quedaba menos. En cualquier momento iba a estar enfrente de él. El hombre con quien quería compartir mi vida.

Un paso más, solo un paso más, pensaba. Si, estaba muy cerca. Podía ver su gran sonrisa y esos ojos verdes que me derretían. Llevaba un traje negro, y una bandana roja. Estaba tan perfecto. Como siempre lo había sido. Podría decir que no parecía real...

Y entonces, desperté.
Todo había sido solo un sueño.

A veces dejamos que hacer o escuchar o simplemente ver algo se convierta en nuestro todo. Como cuando tenemos un ídolo.

Dejamos de hacer cualquier cosa solo para poder ver una foto de él/ella, o como se ríe en sus entrevistas o algo así.

Dejamos que eso se convierta en nuestra vida, y no digo que eso este mal, ya que yo también lo hago y amo esta etapa de mi vida.

Pero a veces hay que pensar que olvidamos algunas cosas que son importantes y las dejamos de lado por nuestros ídolos.

Imagina de Ashton IrwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora