PROLOGO

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31 de diciembre, víspera de año nuevo, como es común estas fechas se celebran rodeados de gente que es importante para uno en una simple reunión que demostrara lo agradecidos que están por el año viejo y lo ansiosos que se está por el siguiente.

O...eso es lo que Myoui Mina solo veía en las historias, para ella siempre fue igual, la simple reunión era rentar el salón más grande y elegante de Tokio, junto con decoración y comida dignas de la realeza para complacer a un centenar de personas de las cuales eran simples socios comerciales de su padre o prensa invitada para conmemorar el evento, estas fiestas solo servían para aparentar, como ella lo estaba haciendo ahora.

Parada cerca de la barra de bebidas, con su traje negro a la medida, cabello suelto perfectamente cepillado mostrando lo largo que es, tomando una bebida alcohólica que ni siquiera sabe su nombre fingiendo que gusta de su sabor, saludando con una sonrisa a la gente desconocida a su alrededor.

Todo en automático. Simple apariencia.

Se escuchó el sonido de un micrófono siendo encendido junto con un par de golpes en el para llamar la atención anunciando que es momento que Myoui Haruma, Presidente de la empresa y padre de Mina, diera su discurso de fin de año.

Mina rodo los ojos cuando todos comenzaron con una muy elegante ovación de pie y su padre levanto las manos sin esfuerzo para silenciarlos, algo hipócrita diría ella más cuando ha escuchado a más de uno difamando a su padre, pero tampoco le importaba mucho ya que a él tampoco parece importarle, era un hombre que si ya no te necesitaba te desechaba, sea quien seas, el solo utiliza a las personas para sus necesidades, nada más, así que algunas personas tenían de donde tomar para decir esos rumores.

Aunque eso no aplicaba para todos, Mina sabia lo duro que era su padre y lo indiferente que le eran las demás personas, pero no con su familia, aun siendo conocido así, era un padre comprensible y un modelo a seguir, en la mayoría de las cosas, para ella y su hermana, no era el mejor padre, pero lo intentaba y eso era lo que más apreciaba.

Aun lado de Haruma pudo divisar a su madre, Myoui Asami, una mujer que cumplía bien las funciones de la típica esposa de un hombre poderoso, lucir imponente y vanidosa, digna de andar por el brazo de un hombre frio y calculador, pero también delicada como la gracia de una rosa, amorosa y atenta, así era Asami en todos los sentidos de su persona.

Suspiro mientras meneaba su bebida, estas fiestas no eran lo suyo, preferiría estar gastando su tiempo libre jugando un videojuego o armando uno de sus muchos sets de Lego que tiene guardados para sus tiempos de estrés, pero comprendía que como familia deberían estar en los momentos importantes para la empresa, y más, sabiendo que algún día ella estaría parada en ese lugar dando un aburrido discurso.

– Alguien está muy pensativa el día de hoy Mitang – volteó a dónde provenía esa voz

– Sana – sonrió mientras dejaba su bebida y se acercaba a su hermana – creí que no vendrías –

Una preciosa chica de cabello rubio y unos ojos color chocolate, iguales a los de Mina y su padre, la recibió con un abrazo, Myoui Sana, o sería mejor llamarla Zhōu ahora que está casada, su hermana, la persona que más amaba.

– tampoco creí lograrlo, pero mamá logro conseguir a alguien que cuidara de Minju mientras nosotras estemos en la fiesta – dijo con un tono especifico en su voz mientras aun sostenía a Mina

– vuélveme a decir el ¿Por qué tu hija no tiene un nombre japonés o taiwanés? –

– para que ambas quedáramos satisfechas decidimos ponerlo en un punto medio – sonrió con descaro

– si tú lo dices – ríe un poco por la ocurrencia de su hermana, tiene la sospecha de que Minju tendría un nombre taiwanés si Sana no hubiese puesto esa excusa – y hablando de Tzuyu, ¿dónde está? – volteo a todas partes

Cuando Te VeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora