En esta vida

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Esa era la mujer que amaba.

No había duda, un solo vistazo había bastado para que la reconociera.

Ella era la mujer que alguna vez fue su esposa, la que dio a luz a su hijo, a la que tanto había amado. Era ella. 

Se veía tan hermosa como siempre, incluso en esta vida, incluso en este mundo, seguía siendo hermosa.

No importaba cuantos años pasaran, cuántas vidas pasaran, en qué mundo estuvieran, él siempre la amaría.

Siempre la estaría amando, con cada parte de él, con cada latido de su corazón, con cada célula de su cuerpo, con cada respiración que diera.

Mientras sea ella, él siempre la amaría, en cualquier vida, en cualquier mundo, sin importar la situación, incluso en la muerte. 

Ella era todo, su todo. 

Su voz, su sonrisa, sus ojos, sus manos, sus labios, todo, cada parte de ella, cada centímetro de su piel, ella, ella, ella. Era ella lo que más amaba.

Y cada parte de él le pertenecía, él por siempre sería una ofrenda a la mujer más hermosa que haya existido nunca, incluso si él no era suficiente, porque no existe ser que sea suficiente para ella, que sea comparable a ella.

Y si alguien como él pudo ganar el corazón de aquella dama alguna vez, entonces nuevamente, en esta vida, daría todo de él por ganarlo nuevamente, y esta vez ser el hombre que ella se merece desde el principio.

No cometería un error, esta vez no, y si llegaba a hacerlo, si llegaba a ser tan idiota como para hacerla sentir mal, entonces se rendiría con ella, porque no merece a un hombre que insista y no sea capaz de hacerla feliz. 

Porque ella era perfecta y se merece lo mejor. 

Xuanli week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora