Voces Fúnebres

0.5

Todo siempre había sido tan monótono; mi hijo solía reprimirme cada día de mi vida con una simple frase: "tú no me amas", pero la verdad era que yo sí lo quería y cada día de su vida debía esforzarme en darle todo lo necesario sin pedir nada a cambio, de cuidarlo y de absolutamente todo, aunque él nunca lo notara o aunque estuviera un poco confundida de vez en cuando.

Después, todo cambió. Pasó tan rápido que ahora me pregunto ¿habría sido diferente si yo hubiera estado más atenta?, me pongo a pensarlo en cada segundo que permanezco aquí y no logro comprender por qué me pasó a mí, porque me eligieron a mí.

Cuando todo empezó el día transcurría con normalidad, recuerdo que la cocina de la sala era un desastre y había dinero tirado por el suelo del recibidor, era suficiente para comprar la despensa de la semana así que finalmente salí a comprar al supermercado. Sabía que alguien me observaba desde el momento que puse un pie a la entrada de mi casa al regresar, lo sentí, alguien me miraba desde algún lugar pero fue mi error no tomarlo en cuenta.

El tiempo pasó rápido y al cabo de varias horas llegó mi hijo; él me ignoró completamente por lo tanto no tuve tiempo de preguntarle por las heridas de su cara.

Luego; cada uno se dirigió a su habitación o quizá hablamos un rato después de comer, solamente recuerdo con exactitud que él me dijo que no lo molestara más y en ese instante hice lo que me pidió, me retiré de ahí y me encerré en mi cuarto. Finalmente fumé uno que otro cigarro hasta quemarme dormida.

Me despertó el ruido de unos vidrios romperse así que me apresuré a ir hacia dónde provenía el sonido, pero al llegar a la puerta de la habitación de mi niño, ésta se encontraba cerrada. El alboroto se calmó por un instante; golpeé la entrada de manera delicada mientras susurraba su nombre, pero al no recibir respuesta opté por posar mi oreja sobre la madera y un silencio infernal fue lo único que pude percibir.

Di varios toques más pero no funcionó de nada, la preocupación comenzó a invadirme como un torbellino cuando un par de voces extrañas se escucharon en el interior. Giré la manija con mis manos sudorosas para verificar por última vez que se encontraba cerrada y con la desesperación naciente en mi interior, salí corriendo hacía el mueble de la cocina donde en el fondo de una estantería aguardaba un llavero con todas las llaves de la casa.

El pequeño delfín que posaba en el brillante llavero, se burlaba de mí cada vez que fallaba al intentar poner la llave adecuada en la cerradura o gritaba el nombre de mi hijo al escuchar voces dentro del dormitorio; lo intenté varias veces, siempre lo más rápido que podía hasta que al fin la puerta se abrió.

Lo primero que pude distinguir fue una gran figura delante de mí, sin embargo, solamente podía verlo como una enorme mancha negra que se acercaba con rapidez. Cuando me sujetó con rudeza por la cadera y el cuello, pude darme cuenta que otro tipo tenía a mi hijo en brazos, tomándolo por debajo de los hombros y apuntando a su cuello con un cuchillo que alcancé a ver por el resplandor de la luz que entraba por la ventana (que para ese punto) estaba rota.

No recuerdo algo más de ese día luego de que el hombre que me sujetaba, terminará poniendo una pañoleta con rabia sobre mi cara.

✝✝✝✝

Cuando desperté, estaba completamente perdida. El olor a muerte invadía mi nariz cada vez que intentaba respirar entre toda la putrefacción de la estancia; una funda de manta recubría mi cabeza y mis manos se encontraban detrás de mi espalda atrapadas por un alambre y un par de cables oxidados. Me encontraba sentada en el suelo recargada en una esquina, sentía mi pantalón completamente mojado por estar encima de algún charco (el cual intenté convencerme a mí misma de que se trataba simplemente de agua), además, podía distinguir el goteó de algo y lo que parecía ser el ruido de algunos roedores.