Prefacio
Sean bienvenidos al Teatro. Por poco no logran entrar, pues iniciada la función se cierran las puertas de madera inmortal para así acaparar la mayor placidez, que necesitan, no sólo los actores, sino ustedes: el público; bendito público que será testigo de una bella función, donde con gran deseo seles querrá satisfacer. No hay mayor satisfacción que haber dejado en los espectadores una máxima emoción; emoción que puede abarcar un sinfín de trasfiguraciones.
¿Qué donde se encuentra dicho teatro? Pues aquí y en todas partes; la vida en si es un teatro y una función; por tanto: hay que saber actuar la vida, diría por allí algún gran sabio. Como ya he dicho, dicho teatro se encuentra en todas partes, pero que te baste con saber que en este momento el teatro lo tienes frente a ti. Dirección exacta: calle Presente, entre carrera Pasado y carrera Futuro; junto a la casa Filosofía.
Pero no perdamos más tiempo que la función está por comenzar. Por favor, sigan adelante; sigan adelante y déjense cautivar. Eso sí: guardar silencio y prestar atención: es la imaginación la que nos hará vivir.
Esta obra está enmarcada dentro del Teatro del Trasfigurismo. Un teatro que mantiene en expectativa al público por lo que podrá ver o no; un teatro que va directo a la crítica, sin importar a qué apunte. La sorpresa del espectador radica en que verá, en la obra, algo totalmente fuera de lo normal; topándose con diálogos que no corresponderán directamente con lo que en escena se muestre, pues, los personajes, serán meras trasfiguraciones de la sociedad y de la vida; no por ello dejando de ser reales, y de por sí, trasfiguraciones fascinantes.
Trasfigurismo
Qué realmente es bello, o qué realmente no lo es. Preguntas bastante complejas a la hora de responder; preguntas que nos dejan en una intersección con cientos de desvíos y cada uno de esos desvíos con cientos de atajos. Sólo alguien dotado de infinito ingenio podría luchar contra la razón para responder dichas preguntas; sólo un semidiós se atrevería a establecer las respuestas. Pero quién entre nosotros está dotado de ingenio; quién se considera tan siquiera tocado de razón. A mi favor digo que soy uno más de entre tantos, uno más que mira el cielo buscando el infinito, tratando de encontrar algo nuevo a admirar. ¡¿Un semidiós?! Palabra hermosa que quién sabe qué atolondrado invento. ¡Bah! Todo se vuelve tan banal ante nuestros ojos que confundimos la belleza con la fealdad, ignorando que es la fealdad el principio de la belleza, y como su madre, es a la que más debemos admirar. Pero volvemos a la misma intersección con los mismos desvíos y los mismos atajos: qué realmente es bello, o qué realmente no lo es. Lo mismo para con los sentimientos, cuales son bellos o cuales no lo serán; las personas somos eso: una trasfiguración continua y en constante evolución. Una pequeña cajetilla llena de sorpresas. Sorpresas que terminan aterrándonos a nosotros mismos. Por fuera se ve algo, más por dentro, vaya realidad.
El teatro es una manera de querer comunicar la trasfiguración de nuestro ser y la trasfiguración de nuestro pensamiento.
Título de la obra: Aquí todos son vagabundas
Autor: Pedro Peña
La obra se desarrolla en un bar de poca fama: un par de mesas y una barra.
Personajes:
Bartolo: Hombre de edad bastante avanzada; empleado del bar: encargado de la barra y la limpieza. Su andar es algo lento y aquejado. Viste pantalón negro, camisa blanca; vestimenta bastante raída.
Pietro: Hombre joven, de unos veinticinco años; de piel clara; viste un ceñido vestido azul; porta una peluca dorada y unos tacones negros.
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Aquí todos son vagabundas
RandomEsta obra está enmarcada dentro del Teatro del Trasfigurismo. Un teatro que mantiene en expectativa al público por lo que podrá ver o no; un teatro que va directo a la crítica, sin importar a qué apunte. La sorpresa del espectador radica en que verá...