Era de madrugada. Aún faltaban varias horas para que los rayos del sol pudieran adentrarse en este mundo, esperando la hora indicada para iluminar un nuevo día.
Las calles, y las tiendas estaban todas vacías. No se encontraba ni una sola alma por donde quiera que miraras. La mayoría de los habitantes del Reino de Sindria se encontraban dentro de sus camas, aprovechando el tiempo que tenían para descansar y recuperar sus energías. Tenían grandes días por delante y necesitaban estar al cien para llevarlos a cabo.
De vez en cuando podías encontrarte con un guardia en ronda, o uno que otro animal nocturno buscando alguna presa de la cual alimentarse.
Profundo, dentro del castillo, se encontraba un joven revisando varios papeles. No estaba en su personalidad dejar cosas sin hacer, y abandonar un par de documentos cuando estaba por terminarlos no era propio de él.
Sin embargo, por más que el joven se concentrara con todo su ser en los pergaminos, no conseguía prestar su atención a ellos.
Ya los había leído un par de veces... bueno, siendo sincero, fueron más de un par de veces, pero ¿a quién le importaba? Definitivamente no al joven. Pues su mente, por más que él se engañara pensando lo contrario, se encontraba ocupada por cierto evento que había sucedido esa misma mañana... ¿o la mañana del día anterior? El joven no lo sabía y no planeaba informarse del horario en este momento.
Esa mañana tenía pensado despertarse, bajar a desayunar junto los generales y encerrarse en su oficina por el resto del día; como siempre lo hacía. Pero no tenía planeado que su amigo pelimorado, su molesto e irritante amigo pelimorado, lo detuviera en medio del pasillo cuando se dirigía a su oficina.
-¿Le puedo ayudar en algo, mi rey? Tengo mucho que trabajar y muchos documentos que revisar, si necesita que lo ayude en algo yo podría.. -comenzó excusándose el joven albino.
-No, no, no te preocupes Ja'far -dijo el rey con una sonrisa, causándole un extraño revoltijo al estómago del albino-. Tenía en mente un proyecto que podríamos llevar a cabo en Sindria, creo que le haría muy bien a las personas de la isla.
Ja'far estaba sorprendido, por no decir estupefacto. Si no fuera por los modales bien aprendidos de Rurumu, seguramente su boca ya habría tocado el suelo de la impresión. ¿Sinbad... teniendo una idea... propia... para mejorar... su país?
-¡Vamos Ja'far! Que tengo buenas ideas -contestó un poco molesto al notar que su visir abría los ojos como platos.
-T-tienes razón Sin, lo siento -se disculpó el joven. Olvidándose de las formalidades y llamándolo por su apodo-. Dime ¿cuál es tu proyecto? ¿Cómo te puedo ayudar? -preguntó feliz de que su rey finalmente comenzara a poner sus pies en la tierra.
-¡Oh! El proyecto es muy simple, pero ayudaría muchísimo al rendimiento de los ciudadanos, incluyendo a los del palacio -comenzó a explicar Sinbad, usando sus manos y gestos de la cara para darse más credibilidad; en este caso innecesaria, ya que con solo verlo a los ojos podías darte cuenta de lo entusiasmado que estaba con la idea de su proyecto-. De esta manera, con los ánimos de los ciudadanos tan altos, las ventas subirían, el comercio se ampliaría y ¡atraeremíamos aún más turistas al Reino de Sindria!
Con cada palabra que el rey decía, su visir se intrigaba aún más con el plan que le traería tanta prosperidad al su hogar.
-¡Eso es grandioso, Sin! Pero dime, ¿cuál es el gran proyecto? -cuestionó el joven visir.
-¿No es un poco obvio? -preguntó de regreso el mayor-. Haber Ja'far... ¿qué es lo que hacen las personas para relajarse y aliviar la tensión?
Para Ja'far, la actitud de Sinbad le pareció la de un maestro dando una lección. De esos que se creen saber todo del mundo cuando tu no tienes la menor idea.
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Mi pequeño ángel
FanfictionEn donde Sinbad busca llevar a cabo sus planes y a Ja'far no para de darle migraña.