“Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones,
Y entramos alegremente en el camino cenagoso,
Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.“
—"Al Lector", pag. 15
Diez años después...
¿Sabes lo que es una leyenda urbana? Es algo así como un deseo.
Un deseo prominente, un anhelo somero del más profundo subsuelo del alma. Algo que no nos deja dormir al tratar de separar la realidad con la ficción, aquello que se encuentra en el límite de la credibilidad.
Todo tiene una forma, un modus operandi. Primero: algún vicioso del mundo no tenía gran cosa que hacer, entonces buscó algo de protagonismo en la web para sacudir su monótona vida. Segundo: una historia, un relato, un personaje, es construido desde la más imperativa imaginación. Algo con índoles terroríficas para cautivar aún más, de preferencia. Tercera: de boca a boca, de mail a mail, de publicación en publicación, es transmitida esta ficción descabellada, muchas veces con infundado semblante de veracidad, a una gran extensión del vulgo. Cuarto: buscan de delatar unas cuantas pistas para dar una base empírica a la ficción, si bien la mayoría son igual de falsas como el cliente que trata de abogar. Y quinto: le das un espacio al tiempo para que haga su maravillosa magia, ¡y vualá! Ya tenemos a una leyenda urbana.
Mirando la vitrina de exhibiciones, en realidad hay muchas leyendas urbanas como colores para gustos. Slenderman, la regla de los 5 segundos, la sola utilización del 10% de nuestro cerebro, la criogenización de Walt Disney, videos snuff, el suicidio de Calamardo, Herobrine, Tails Doll, Polybius, los cocodrilos en las alcantarillas de Nueva York, el Área 51, blah, blah, blah.
Entonces, ¿se les puede condenar por creer o no en algo erróneo? Supongo que es apresurado. Desde nuestros antiguos tiempos, hemos preferido depositar nuestra creencia y fe en la fantasía, más que en lo verídico. Así se proponía un ahorro energético en nuestras luchas por la supervivencia, y más, una base para que el humano no caiga en el abismo.
Entonces, en este planeta donde hay suficientes leyendas urbanas como estrellas para iluminar los cielos, hubieron ejemplos que fueron obviamente verdaderos y que aun así son tomados como una leyenda urbana. Al final, nadie sabe si fueron reales.
Así que, ¿puedes separar la realidad de lo ficticio? Propongamos un ejemplo.
Hubo un rumor que rápidamente se convirtió en leyenda urbana, originada en Corea del Sur y expandida a otros rincones del mundo. Uno que impactó, indignó y mayormente interesó a todos los que sabían del supuesto hecho. Decían que era el arquetipo del Ánima, la maldad, la Sombra, y otras muchas cosas de la psicología analítica de Carl Jung. Eso no importa ahora.
Una chica —que después se decía que era más bien una mujer, si bien muchos afirmaban que en realidad se trataba de un hombre—, una muy ingeniosa fémina, portadora de una inteligencia abrumadora, una memoria sobrenatural, un sex-appeal de altos niveles, una perspicacia voraz y una empatia que se le hacía identificar como a una empática oscura por su alto maquiavelismo. Se le consideraba como la más superior y suprema "diosa del sexo", pues, según las cifras más conservadoras, podía tener sexo en el día con 24 personas diferentes. Según cifras conservadoras, se debe recalcar. Pues los sensacionalistas y algunos recepcionistas de moteles de cuestionable Identidad, le han atribuido la módica cifra de más de 50 personas en un día.
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Les Fleurs du Mal | JiYoo × Dreamcatcher [Saga Music Reality]
Fanfiction¿Sabes lo que es un mito urbano? Es algo así como un deseo. Eso era lo que decían de Kim Yoo Hyeon, apodada "la Hija de la Lujuria". ¿Por qué le decían así? Nadie lo sabe. Muchos insinúan que se debe al hecho de ser la hija de uno de los mayores Ter...