Tomó asiento frente al enorme espejo de su habitación y permaneció inerte únicamente contemplando su reflejo. Angel estaba libre de maquillaje, su cuerpo estaba cubierto por una bata transparente de una leve tonalidad blanca y sólo llevaba ropa interior de hilos finos cubriendo su sexo. Estaba semi desnudo ante cualquiera, pero no buscaba ser provocativo.
Con un semblante estoico y serio, siguió mirando su reflejo en el espejo. Era su lado más natural, ajeno a su acostumbrado maquillaje ostentoso y al glamour de la ropa extravagante que solía utilizar para grabaciones, shows o caminatas nocturnas. En resumen, trabajo.
—Lo sé. Es sorprendente que yo diga eso. ¿No es así? —miró amargamente el cristal que reflejaba su rostro demacrado— Que yo lo diga... es extraño —murmuró cada vez más bajo, con un poco de tristeza—. No necesito nada de eso. Tampoco lo deseo de ti.
La conversación se había iniciado desde hace varios minutos atrás. Alastor y Angel eran los protagonistas en aquel cuarto.
Era la primera vez que tenían una charla tan distintiva desde que se volvieron una pareja. Tocar el tema nunca fue una prioridad. Sin embargo, Angel lo creía oportuno. Fuera incómodo o molesto, debía hacerlo por el bien del crecimiento de esa relación.
Alastor, por su parte, se encontraba sentado en la punta de la cama de su novio. Se cruzó de piernas para sentirse cómodo y lo observó desde atrás al momento que la araña comenzó a cepillar su cabello con uno de sus lujosos cepillos de colección. El ciervo se quedó callado y entrecerró sus ojos con sigilo y con auténtica curiosidad. No tenía una precisa idea de lo que quería transmitirle Angel en un ambiente tan serio.
—Lo he tenido por montones, miles de veces. Tal vez millones de veces —peinó su rebelde cabello con aquel cepillo de mango rosado y acomodó los mechones lo mejor posible—. Tanto y de tantas maneras que... Ya no se siente nada.
Angel quería decírselo desde hace mucho tiempo.
Él era homosexual, el hecho no era diferente. Le atraían los hombres de forma romántica y sexual. No obstante, tal vez era algo más profundo que esa clase de encasillamiento. Su libido se rompió desde hace años y su deseo de placer se torció. Muy pocas cosas lo hacían sentirse pleno y satisfecho. Abusar tanto de los recursos que debía brindar, de los servicios que vendía y de todo lo que debía explotarse a sí mismo (su fragilidad como hombre y su excitación), provocó que su deseo muriera.
Podía tener sexo todo el tiempo y todos los días, con cualquiera. De hecho, ese era su trabajo. Y estaba bien para él pero ya no se trataba de placer o morbo, era única y exclusivamente su rutina. Quizá... no había nada peor que lo usaran como a un robot sin alma. Él era solo un cuerpo que fingía placer. Y últimamente, ni siquiera sé sentía bien al tocarse. En serio finalmente se rompió.
—Nada de eso toca mi alma —explicó con una expresión fría y estoica—. Empecé a sentir que tenía un corazón cuando acariciaste mi mejilla la primera vez.
Angel se volteó luego de depositar su cepillo sobre su escritorio y le sonrió de forma amable y gentil a su Alastor.
El hombre radio despertaba cosas más profundas y sensibles que cualquier roce carnal. Lo hacía sentir. Y eso era un alivio, como si alguien le ofreciera una botella de agua en un espacioso y kilométrico desierto.
—Algo como eso se sintió mejor que diez años de sexo —sonrió un poco más nervioso y avergonzado por mostrarse así de tonto—. Estoy desesperado, Alastor. Totalmente desesperado. ¿No lo ves?
Si, lo estaba. Siempre quería llorar mucho porque necesitaba emocionarse auténticamente de nuevo. Estaba desesperado por sentir calidez en su alma y poder experimentar algo que lo hiciera sentirse bien, al menos por unos momentos.
Angel tenía problemas emocionales, más que cualquiera. Le costaba amarse, le era difícil no sentirse indefenso y expuesto cuando trabajaba. Podía ocultarlo, pero las personas que lo conocían lo percibían con facilidad. Angel le estaba mostrando lados muy frágiles a Alastor y aún tenía miedo de ser juzgado y ridiculizado por eso.
Quiso confesarle todo eso... por una sola razón.
—Quiero todo contigo. Todo —se arrodilló ante la figura de Alastor y lo tomó las manos con fuerza—. Sé que conseguirías el cielo si te lo pidiera.
Alastor nunca lo miró con deseo. Fuera de los besos, nunca quiso tomar su cuerpo y poseerlo de forma sucia. Y eso no le importaba para nada, por el contrario, lo hacía feliz. Quería decirle que no debía presionarse por hacerlo o sentirse obligado a intentarlo. Lo que más le gustaba de su vínculo íntimo era que Alastor no lo amaba por lo que mostraba ser o por lo hermoso de su físico, sino por la suavidad sensible de su corazón.
—Lo que menos deseo es tener sexo contigo, es irrelevante —comentó al mirar sus orbes rojas y brillantes—. Cuando amas a alguien, eso no importa realmente. Está sobrevalorado, es frío, sucio y empaña la pureza de las emociones.
No quería manchar ese vínculo, esa relación y esa transparencia con algo tan sucio como sexo por compromiso. Angel ni siquiera intentó hacerlo porque a diferencia de todos, él más que nadie sabía lo asqueroso que se sentía que las personas te presionaran hasta llegar al límite y te obligaran a hacerlo.
Negó y cerró sus ojos adolorido por los recuerdos miserables que revolvió en su mente. No deseaba que nadie en el mundo experimentara esa frustración, esa ira y esa angustia. Jamás haría que Alastor pasara por algo así, quería protegerlo.
—Por primera vez en mi vida siento que tengo emociones reales. En serio te amo, Alastor —se levantó solo para tomar asiento a su lado y abrazar su brazo con tal vez demasiada fuerza y miedo—. Nunca arruinaría esto por algo tan trivial, algo de lo que definitivamente ya tuve suficiente.
Probar tantos manjares hasta sentirse harto y asqueado era algo natural tanto para demonios como para humanos o almas en pena. Angel no tenía claro todos los aspectos de su sexualidad, jamás lo sabría porque no pensaba en aquello profundamente. Pero si tenía los asuntos en orden. Podía vivir sin sexo porque no era un adicto, no se consideraba un hipersexual. Y sabía que todos lo tomaban de esa forma por su estilo de trabajo, su contrato y su condena eterna.
Debajo de esa fachada, él solo amaba a un hombre y era el único que podía despertar una revolución de sentimientos en su pecho. Amaba a Alastor porque podía ser él mismo junto a él. No tenía que fingir deseo, no tenía que seducirlo, no tenía que ser un cretino coqueto sin dignidad. No debía forzar nada. Podía... Simplemente ser Angel. Y su amor era correspondido de esa manera tan simple y sincera.
—Esa es la razón por la cual me da igual que me desees o no. Solo quiero cariño auténtico y desinteresado, lealtad y confianza —susurró a un lado de su cuello, se acurrucó y suspiró con una pequeña sonrisa—. Repara todo lo que soy. Será tan fácil para alguien tan imponente y seguro como tú.
—Te desarmas fácilmente... eres frágil— Alastor habló finalmente. Acarició su mejilla y le sonrió con tranquilidad.
—Lo soy... Eres lo único que he anhelado todo este tiempo. Alguien que lo vea, lo entienda y me ayude a mejorar, a ser fuerte —Angel besó la comisura de sus labios y cerró sus ojos suavemente, estaba loco de amor por ese hombre—. No quiero depender a ti, quiero que me ayudes a crecer como alma, a madurar y a valerme por mi cuenta sin caer.
Se separó un poco. Tomó una de las mejillas de Alastor con su mano y la acarició con mucha suavidad, se deleitó con la textura de su tersa piel y sonrió feliz. No necesitaba nada más en su vida que no fuera él, era la primera vez que podía cuidar de un vínculo sano y no dejaría que se estropeara por nada en el mundo, lo protegería con todas las fuerzas de su alma.
—No quiero que seas una adicción. Quiero que seas medicina.
—Y... ¿Lo soy? —le sonrió Alastor al instante.
Se atrevió a abrazarlo por la cintura y a rozar los labios de Angel para sentir el suave sabor a cereza que lo caracterizaba. Ambos se rieron como unos tontos y amaron su proximidad, contemplaron sus respiraciones y lo tierno de ese encuentro. La araña jamás podría negarle luego de sentir tanta protección y cariño por parte de Alastor.
—Lo eres.
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Yosemite ⋆ RadioDust ⋆
FanficCariño, me haces sentir como si fuera invencible. Es tal como lo quería. Lo hicimos por ti, lo hicimos por mi. Lo hicimos por las razones correctas. ¿No es extraño lo diferente que somos? Ahora lo hago con libertad, lo hago por diversión, lo hag...