El silencio habla

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Mi nombre es Alice.
Tengo 19 años.
Papá murió en 1990, mamá es el único soporte emocional que tengo, por lo tanto no tengo muchos amigos.
Ni siquiera tengo tanta familia como la gente normal suele tener.
Mamá trabaja en un taller de costura donde van muchas señoras de su edad, por lo tanto se divierte y no quiere regresar a casa temprano.
Me la paso sola la mayoría del tiempo.
Solo quiero tener compañía.
Me dirigí a la escuela, donde esta muy frío, es una escuela grande por lo tanto tengo que caminar muy lejos para poder llegar.
Vivo en un pueblo muy tranquilo, bastante solo y frío.
Llueve constantemente, por lo tanto casi todos traen botas para lluvia y paraguas entre sus cosas.
Hay chicas que se creen superiores en la escuela.
Tengo una amiga que se llama Mishel, es la chica más linda que conozco.
Tiene el cabello castaño claro, ojos negros muy grandes, su cabello es largo, tiene rizos en las puntas de sus cabellos.
Parece una muñeca.
Es muy amable, demasiado sumisa.
La chica que es insoportable tiene un grupo de otras chicas.
Donde en ellas están.
Gloria, la más tonta e inútil que haya visto.
Dolores la que tiene cabello rojizo, ojos entre verde y azules, siempre lleva una barra de labial rojo pintada en sus labios y unas trenzas sujetadas con listones.
Salí de la escuela y me dirigí al bosque con Mishel.
- ¿Trajiste las moras?
Preguntó Mishel.
- Ammm, creo que las tengo aquí en mis bolsillos.
Respondí.
- Bien.
¿Qué tal si vamos por allá?

- Oh. Claro, pero ¿qué no dicen que por allá está prohibido ir?
- Si, es lo que dicen; ¡que más da!
Nos dirigimos hacia un pueblo fantasma.
Nada se escuchaba y solo podía escuchar las pisadas de ambas.
- Mira eso es una casa antigua, dicen que ahí era la antigua cadena de aprendices para la medicina.
Exclamó Mishel.
- Si, suena bastante creíble.

- ven, vamos a entrar.

- Seguro.
Le contesté.
Estaba segura de había un olor repugnante, era entre hierro y sangre; algo podrido.
Entramos a una pequeña casa de 2 plantas.
Las escaleras eran de madera, por lo tanto están podridas y huelen a humedad.
Subimos arriba y habían tres habitaciones.
Una era el baño, y habían dos habitaciones.
Entramos en una habitación y estaba una cama en ella se podía apreciar una figura.
Pareciera de una persona.
Nos acercamos y en la habitación se podían apreciar cruces de madera quemadas.
De echo el cuarto estaba quemado.
Las paredes y el colchón de la cama estaba completamente quemados.
Entre cenizas habían libros, muchas rocas.
Habían trozos de madera de la casa sobre la cama.
La casa se estaba cayendo.

- Aquí parece que hubo un crimen; vámonos.
- Espera.
Entre unos muebles había una cruz de huesos entrelazados con una soga.
Me pareció muy interesante.
Y me la lleve a casa.

Llegue a casa, Mishel ya se fue a su casa.
Yo me quedé a analizar la pequeña figurilla.
Tome papel y lápiz.
Y comencé a trazar por debajo de la figura en papel.
Terminé y tan pronto como la noche me quedé dormida sobre el escritorio.

Un ligero viento que entró por mi ventana me despertó.
Y un ruido que llegó me asustó.
Se escucho como la puerta de la entrada de mi casa se cerró.

-¿Mamá eres tú?

Nadie respondió.
Me quedé pensando mirando al reloj.
Eran las 2 am
No sabía si bajar.
Por lo regular mamá suele llegar hasta madrugada porque se queda con sus amigas a tomar té.
Baje por las escaleras con sigilo hasta llegar a la cocina.
Era mamá estaba sentada en una silla de madera en la cocina mientras tomaba un poco de agua.
- hola mamá, ¿cómo te fue?
Pregunté.
- Estoy bien, ahora iré a dormir.
Se fue a la cama.
No podía entender porque era tan fría.
Hoy fue más fría que nada.
Subí a mi habitación y me recosté en la cama y poco a poco me quedé dormida.
Era sábado por la mañana, aún lo recuerdo.
Eran las 10 de la mañana, parecía parcialmente nublado el día.
Me dirigí hacia afuera de mi casa por una canasta e ir a recolectar algunos frutos secos del bosque.
En busca de mi objetivo apareció una cabra blanca.
No me parecía impresionante honestamente.
Era tan tierna.
La acaricié y le di algunas fresas.
Al llenarse la canasta decidí irme a casa.
No volví a ver a la cabra.
Parecía que se la comió la tierra.
En fin volvía a casa para prepararme un rico sándwich con mermelada hecha en casa.
Cuando abrí la puerta me dirigí a la cocina.
Mi mamá me grito;
- ¡quiero agua! ¡Trae un poco de agua aquí!
Solo torcí los ojos y fui a servir un poco de agua sobre un vaso de cristal.
Prepare rápidamente un sándwich con un poco de mermelada que acababa de preparar.
Subí por las escaleras con un soporte de madera para llevar de desayunar a mamá.
Abrí la puerta y me quedé helada.
Mamá estaba muerta.
Había sangre por todos lados.
Parecía que su estómago había explotado.
Sus entrañas estaban por todos lados.
Sus ojos estaban colgando de su rostro.
Su estómago estaba abierto.
Estaba sobre la esquina de la pared blanca de la habitación.
No podía creer lo que estaba mirando.
¿Cómo pudo pasar esto? Si acababa de hablar con ella hace minutos.
Me quedé al lado del cadavér sin saber que hacer.
No lo podía comprender.

Pasaron horas y decidí ir al pueblo a dar la noticia.
Fui por la policía del pueblo.
Llegaron los campesinos y había una gran turbina de personas afuera de mi casa.
Se acercó el sheriff de la policía principal del pueblo.

- Buenos días señorita Alice, lamento mucho lo sucedido. ¿Podría explicarme como sucedieron los hechos?
- Amm por supuesto.
- Podríamos comenzar por, ¿que estaba haciendo alrededor de las 10 y cuarto?
- Estaba en el bosque recolectando frutos.
- ¿En qué parte del pueblo?
- Hacia la colina, la que está Oriel pueblo abandonado.
- Es ilegal estar allá.
- No lo sabía señor oficial.
- Todo el pueblo sabe que nadie puede ir allá, ese lugar está lleno de radiación, animales peligrosos y rumores de asesinatos y hechicería.
- ¿Rumores de asesinatos?
- Así es señorita Alice.
- No tenía idea de esa información.
- Eso es extraño, en este pueblo tan pequeño. ¿Cómo no puedes darte cuenta de ello?
- Lo siento señor, le juro que no tenía idea, ni siquiera sabía que habían animales. De echo solo hay cabras blancas.
- ¿Cabras blancas?
- Si señor. ¿Hay algún problema?
- No, no.
- ¿Señor?
El oficial de policía entró a casa a inspeccionar la escena.
Tomo nota de todo suceso y fotografías.
Llegaron los forenses y se llevaron el cuerpo y limpiaron la escena.
Yo me quedé en silencio en casa, me quedé en duda por lo pálido y frío que se puso el oficial cuando mencioné la cabra blanca.
Decidí ir al pueblo a buscar en las librerías algún tipo de dato o información.
Baje al pueblo y todas las personase observaban y murmuraban.
Yo solo los ignore y me hundí entre las portadas de los libros.
Decidí llevar 5 libros.
Me fui a casa para poder leerlos.
Los títulos eran extraños.
El primer libro que analicé fue el de las figuras significativas.
Era sobre las historias detrás de las figuras.
Como las rocas y los árboles que tienen figuras de rostros.
Entre esos entre a las figuras mitológicas de leyendas.
Noté que había una figura parecida a la que había encontrado.
Pero la que estaba ilustrada era una que tenía un rostro y tenía aparentemente muelas y dientes, huesos afilados.
Cerré los libros y me fui a mi habitación.
¿Mamá se suicido?
¿Fue una coincidencia?
No lo sé, entre dudas me dormí.
Cuando desperté estaba en medio del bosque.
Al lado mío estaba una mujer desnuda que estaba mirando directamente hacia el paisaje.
Esperando a que despertara.
- ¿Donde estoy?
- ¡Estas conmigo por ahora, pronto vendrá nuestro dios y terminará con todo eso, resiste un poco niñita!
Grito mientras la voz se hacia cada vez más grave.
Me trate de levantar pero estaba atada.

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