Capítulo 3 -Esta muerto

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 - ¡rayo! – grito cuando veo la hora en el reloj de la pare de la biblioteca.

     Me quede literalmente leyendo demasiado el libro que me dio Tobías voy como 5 minutos tarde a la siguiente clase (ya sé que no es tan tarde) pero igual quiero llegar y ver si mi puesto no está ocupado y algo que detestaría seria sentarme en los puestos del frente, prefiero evitar eso.

     Agradezco al horrendo y no tan lindo universo por dejar que no haya nadie en los pasillos para correr con libertad absoluta, ahorrándome los regaños de los sedientos de poder o mejor conocidos como los vigilantes de pasillo.

     Me faltaba unos pocos centímetros para llegar a mi aula, decido pararme un momento para tomar aire y no parecer una morsa epiléptica al entrar al salón por el cansancio.

     Ya descansada decido entrar al gallinero de mi salón, entro y me voy rápido y directo a mi puesto para no llamar la atención, como veo que no ha llegado el papanatas del profesor de biología, decido sacar el libro y leer un poco antes de que llegue el profesor.

     Observo el libro entre mis manos, paso mi mano ligeramente por su portada antes de abrirlo, me dispongo a abrirlo y buscar la página donde quede, al encontrar la página me pongo a leer, este libro es muy emocionante, no lo digo por el hecho de que señor ardiente me lo haya dado bueno en parte si pero él nunca lo sabrá.

     Creo que llevo como diez minutos y el profesor no llega – mejor para mí – lo digo para mí misma.

- pero ¿Qué está leyendo la antisocial? – al escuchar esa voz el libro es arrebatado de mis manos.

Levanto mi cara y veo el dueño d esas manos que me acaban de arrancar el libro de entre mis manos, es un chico un poco fornido orto de color marrón oscura y unos ojos del mismo color viéndome con una sonrisa no amigable de sus labios.

- devuélvelo – lo digo extendiendo mi mano, pero lo único que gano es un golpe en mi mano.

- ¿por qué piensas que te lo daría? – me pregunta de una forma burlona.

- porque es mío, dámelo – es la respuesta que le doy, pero lo que me gano es un golpe en mi cabeza con el libro.

- pues, querida, que te parece ahora es mío – hace una pausa y luego sigue – y yo puedo hacer lo que me dé en gana con lo que es mío.

     Y bueno en este momento sentí mi mundo derrumbarse, aquel chico imbécil empezó a arrancarle las hojas al libro, al libro de Tobías.

- ¡NO, DAMELO, NO HAGAS ESO! - le grito y trato de acercarme a él para quitarle lo que resta de libro, pero es inútil uno de los chicas que anda con él me toma por la cintura y no me suelta.

- una hoja para ya, una hoja por aquí, una hoja por todos lados y una hoja para mí- dice de una forma que a mí me resulta desagradable.

- ¡NO, POR FAVOR, NO SIGAS, NO SIGAS ROMPIENDOLO! – vuelvo a gritar pero ya es muy tarde el libro solo le queda la portada, las hojas están repartidas por todo el salón, siento mis mejillas húmedas no me di cuenta cuando empecé a llorar.

- hay se acabó – comenta encogiéndose de hombros.

- ¡ERES UN IMBECIL! – le grito con toda la rabia que tengo por dentro.

- ¿Qué soy qué? – me pregunta como si no hubiera escuchado.

- que eres un imbécil o ¿acaso no la escuchaste?- dice una voz detrás de él y cuando levanto mi rostro para ver quién es el dueño de aquella voz, me cruzo con su mirada, la misma mirada color avellana de esta mañana, es Tobías.

Entre Dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora