𝐃𝐞𝐚𝐫 𝐁𝐚𝐤𝐮𝐠𝐨: 𝐈 ♡︎ 𝐲𝐨𝐮 [𝐁𝐚𝐤𝐮𝐬𝐡𝐢𝐦𝐚]

𝐵𝑎𝑘𝑢𝑔𝑜 {𝐼𝑉}

Encontré la carta, está tenía pinta de ser más larga así que la leería después de clase ya que seguramente sea importante.

Volví a mi cuarto en cuanto acabaron las clases y lo primero que hice fue leer la carta, me alegré muchísimo de saber que mis sentimientos eran mutuos, rápidamente lo primero que pensé fue ir a hablar con kirishima, el muy idiota se atrevía a pensar que sus sentimientos no eran mutuos. Al igual que ayer tardo en abrir la puerta y al cruzar miradas note que había vuelto a llorar, esta vez en vez de tranquilizarle con un abrazo sería otra cosa. Entre a su habitación cerrando la puerta tras de sí, y antes de que el pelirrojo pudiera hablar me lancé hacia sus labios, besándole. Tardo unos segundos en corresponder pero cuando lo hizo supe que amaría esto, sus labios sabían bien. Para profundizar más el beso le agarre de la cintura, haciendo que el colocase sus brazos al rededor de mi cuello, acercándonos más. Noté como mis mejillas ardían un poco pero no le tome mucha importancia, nuestros labios se movían al mismo tiempo, totalmente coordinados. No me molestaría seguir haciendo esto pero teníamos que hablar, lentamente me separé se sus labios dejando una pequeña mordida en ellos antes de separarme de el todo y encontrarme con una de las imágenes que más amare siempre, a kirishima sonrojado con los ojos llorosos aún, tenía pequeñas lágrimas en ellos y los labios rojos y su mirada en otro lado por la vergüenza.

-Vamos a ver pelo de mierda, mirame

Al ver que no me hacía caso agarre suavemente su mentón haciendo que me mirase.

-Tampoco te veo como un mejor amigo, también estoy enamorado de ti.

Y nuestros labios se volvieron a unir.

-Entonces, Bakugo

-Dime cosita adorable.

-¡Callate que me pongo nervioso!

-Adorable.

-¡Calla!

-Callame tu.

-Con gusto.

Y me volvió a besar, volviendo a como estábamos al principio.

-Dejame hablar antes de que digas nada más.

-Adelante cosita adorable.

-Bakugo, ¿quieres salir conmigo?

-¿Tu que crees pelo de mierda? Claro que quiero, ahora ven aquí, que me puedo acostumbrar a tus dulces labios.

Y así pasamos toda la tarde, entre risas, besos, mimos y películas, benditas cartas de verdad.

Fin.