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DEDICATORIA
para mí y para todas aquellas personitas que lo necesitan, este es tu lugar seguro, tú tienes el poder de alzarte y gritar. No permitas que te ganen, yo estaré aquí,
escuchándote.

 No permitas que te ganen, yo estaré aquí,escuchándote

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          Vivir me asusta.

          Para empezar, no sé lo que es vivir, ¿es tener libertad? ¿es la gran montaña rusa cuyo recorrido está lleno de emociones totalmente incontrolables? ¿es el alivio tras haber realizado algo en el que has puesto tu mayor esfuerzo?

¿Qué es vivir si nunca te has lanzado al vacío por miedo? ¿qué es la vida sin tomar riesgos? Mi concepto de vivir es desperdiciar el tiempo, quedarme en un agujero negro en el que me gusta hundirme cada vez más. Jamás ver la luz o siquiera enfrentarme a los conflictos: me gustaba la tranquilidad y la evitación social. Me gustaba.

A su vez, quería adentrarme en un viaje donde las experiencias me quitaran el aliento, quería algo más. Porque aún si me daba miedo vivir, y todo lo que ello conllevaba, era ambiciosa. Necesitaba saber el motivo de mi existencia, quería anhelar algo, necesitaba algo por lo que sentirme viva y no un recipiente vacío.

A pesar de eso, no hice nada por abrir las puertas de mi hogar y adentrarme en una nueva gama de colores. Mi vida era gris, monótona e insignificante; la de otros podría ser amarilla, porque había luz en ella y dejaba un rastro de felicidad que me agotaba en cuanto los veía. Pero la vida de Jimin era un arcoiris. Tenía todos los colores con él y dejaba el recuerdo de su presencia impregnado como si fuera un pegamento. Con él venía la brisa fresca del invierno que congelaba los dedos de mis pies y el conocido rubor en mis mejillas como dos fresas de verano.

Mi vida era un lienzo que necesitaba ser pintado y él lo hizo.

Pintó mi arcoiris.

Fue una mañana de invierno cuando mi lienzo fue salpicado de colores, tan manchado que no podía reconocer el gris. Porque había desaparecido.
Podría decir que, literalmente, me habían embarrado de pintura hasta por donde no brillaba el sol.

No había sido un buen día, una vez más, intenté hacer algo por mí y cambiar aunque fuera algo mínimo dentro de mi cáscara vacía. Por lo que intenté hacer el buen acto del día, pero debí saber de antemano que no iba a ser tan fácil. Lo que me estresaba sin duda, porque necesitaba hacer algo desesperadamente, o de lo contrario, regresaría a la calidez de mi cama. A tal punto en el que, tarde o temprano, trataría de despojarme de aquella vida sin colores.

Observar las cuatro paredes de mi habitación me era irónico, pues estaban pintadas de celeste. Un celeste muy bonito que desentonaba con la única presencia en el cuarto; yo. Ni siquiera lograba entenderme, a veces creía que, merecía toda la felicidad del mundo, que merecía al menos que me dieran todo lo que deseaba, no obstante, otro pensamiento combatía contra el anterior. Aquel que me dejaba postrada en las cálidas sábanas de mi cama por meses.

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𝐋𝐀 𝐂𝐀Í𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐂𝐎𝐏𝐎 𝐃𝐄 𝐍𝐈𝐄𝐕𝐄 ❆ 𝐏𝐉𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora