CAPITULO III LA TRISTEZA DE EVA

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"Me duele el alma y el cuerpo,

aunque mi cuerpo sane

la tristeza de mi alma siempre vuelve"

Eva: Señor, perdóname, yo quiero seguir tus pasos, pero constantemente siento mi corazón dividido, ¿acaso puede una madre dejar de orar por sus hijos?, porque son tan egoístas, es que acaso los refuerzos que me ibas a dar, eran los que me ordenaban que dejarán de orar por ellos, acaso todos consienten con la misma impresión mental del enemigo, "primero mis hijos" y no se compadecen por la inocencia perdida de los hijos ajenos. Qué clase de intercesión es esa, acaso debo tomar yo partido, cuando tu no lo haces, ¡tú no tienes preferencias!

Acusador: no se puede amar más a los hijos que a Dios, ¡primero Dios!

Eva: Padre, lo intento pero no puedo, trato de decidir entre tú y ellos y no puedo. Mi corazón se divide. ¿Acaso puede una madre dejar de orar por sus hijos y aun conservar un sentir vivo, apasionadamente vivo, en su corazón?

Dios: ¿Por qué crees que la prueba de Isaac se le dio a Abrahán y no a Sara?, además no es mi pensamiento, sino del enemigo, diferente es que muchos sujetos a reglas que no entienden y preocupados más por ellos que por el futuro de las nuevas generaciones, consientan con ese pensamiento, una regla más que no entienden. Cuando ellos consienten con esos pensamientos, te afecta a ti, sumado al hecho de que consienten con otros pensamientos que parten de su programación en los que te desestiman por ser mujer, todas esas impresiones mentales, sumadas a las reglas que imponen a tus hijas e hijos, te afectan a ti. Quieren hacerte bien, sin hacerse bien a ellos, y eso pasa porque No me consultan a mi primero, y cuando lo hacen y mis consejos no se ajusta a su programación, creen que es la voz del acusador, entonces la ignoran.

Eva: como sea, mi conflicto no acaba, primero deseaba que me amarán, no que me tuvieran miedo, luego me dolía no poder consolarlos ni evitar la desgracia, y ahora solo lamento no poder acabar con esto pronto. Empecé orando por impedir la desgracia, y ahora solo quisiera tener la fuerza necesaria para anticiparla. Sin embargo no es mi decisión, sino la tuya, no son mis tiempos sino tus tiempos, yo débil y tu fuerte, yo carnal y tu soberano. "Solo en tu gracia espero y de tu misericordia dependo". A veces me siento tan cansada, que ya ni deseos de enojarme me quedan.

El Conflicto de EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora