Me llamo Ametyst Himbergüer, así es, me llamo como un color, y se preguntaran ¿Esto qué tiene de especial? Pues todo se remonta en el año 1879 cuando la distinguida dama Clara Collins y el hombre de negocios Alan Himbergüer (Mis padres), iban en camino a visitar a mis abuelos paternos al gran "Castillo Himbergüer" o como yo le llamo "El paraíso sombrío", más tarde explicare porque le he asignado ese nombre.
Eran las doce y media del mediodía y los rayos penetraban cada rincón de la arboleda, el sol que por poco partía la tierra daba un clima de aspecto árido y acalorado. En medio de una carretera pedregosa llena de arenilla, se encontraba en marcha el carruaje que los llevaría directo a la casa de mis abuelos. La pobre Clara que tenía un estomago grande y pesado de unas 36 semanas de embarazo, se iba abanicando lentamente con un abanico blanco que modelaba un estampado de mariposas; las criadas eran las encargadas de mantenerla fresca en todo el trayecto del viaje, humedecían trapos en agua y se los colocaban con suma delicadeza sobre el cuerpo hirviendo de la pobre muchacha en cinta.
Mientras tanto mi padre fumaba con su pipa una sustancia que largaba un aroma dulce que ahora podría reconocer como chocolate ¡Sin duda él es un gran amante del cacao! Mi familia es dueña de una empresa de cacao, es inusual ya que la tendencia es el opio traído directamente desde China, pero al parecer a las personas les atrae mucho lo innovador, sienten que es un nueva aventura en la que tienen que aventarse. No nos ha ido nada mal con el negocio se ha convertido una herencia familiar que pasa por generación en generación que algún día sería de mi futuro esposo.
-¡Ya no aguanto más este calor! El desierto del Sahara se ve más reconfortante -Brumó Clara.
-Ya casi estamos cerca del portón -Respondió Alan sin despegar la vista del diario que leía con tanto entusiasmo.
Mi padre es un hombre sereno que no se exaspera tan fácilmente, ama la paz y el silencio en su mayor resplandor, es una persona muy culta amante de la lectura y de los clásicos. A veces disfruta de escucharme tocar la magnifica canción de Beethoven "Für Elise" mientras bebe tragos de su café el cual prefiere tomar sin ni tan siquiera una pizca de azúcar.
Su estatura es de un hombre promedio, su contextura no es ni muy delgada ni muy rechoncha. Es trigueño, de ojos rasgados, celestes como el cielo, son ladrones del protagonismo de su rostro ya que sus finos labios son tapados por el enorme bigote de Cheff que tanto lo caracteristica.
Le gusta vestir elegante y neutro, lo cual combina muy bien con su personalidad. Siempre usa gabardinas con corbatas, botas negras, un sombrero que lo hace lucir más alto y como vamos a olvidar de la pipa, su fiel compañera de aventuras.-¿De vuelta ha hecho de las suyas el cólera? -Inquirió la joven pelirroja como si de un asesino en serie se tratase.
-Han fallecido más de 2500 hombres, la mayoría de ellos soldados, sin contar a mujeres y niños -Suspiro hondo.- ¡¿Qué será de nosotros?! -Exclamó.
El cólera así como muchas otras enfermedades eran más feroces que una manada de leones con hambre, devoraban todo lo que había en su paso arrebatando vidas sin importarles la clase social a la que correspodieras o tu etnia e incluso años de vida, era tan ruin que tomaba a cualquiera como su presa. El Castillo Himbergüer se veía como el único lugar en el cual se podía estar a salvo.
-¡AAAAY! -Pegó un gritó estremecedor Clara.
-¿Qué pasa? -Se alarmó el hombre de la pipa.
-Creo que ya viene -Dijó entre cortado mientras sollozaba la pelirroja.
De inmediato la carroza se detuvo, las criadas quienes ya tenía experiencia en estos temas, prepararon la escena sacando todos los utensilios necesarios para realizar el trabajo de parto. Una le ponía trapos de agua en la frente mientras le sostenía la mano, la otra metía dos de sus dedos en la cavidad vaginal de la encinta para ver si estaba lo suficiente lubricada, enseguida del acto pudo ver cómo la cabeza de una pequeña criatura se asomaba.
-Señorita Clara necesitamos que puje con todas sus fuerzas a la cuenta de 3 ¡1 2...y 3!
Mi primer llanto se mezclo con el alarido de mi madre quien después de pujar cayó rendida en un sueño efímero, producto de todo el dolor y desgaste que le había ocacionado mi repentino nacimiento.
Nací aparentemente sana, sino fuera porque al abrir mis ojos estos no eran cafés, ni mucho menos verdes o azules, eran lilas como una amatista . Había nacido con el místico síndrome de Alejandría.
-Señor, tiene que ver esto -Se refirió a mi padre una de las criadas.
-¿Cómo está Clara? ¿Ella está bien? -Preguntó preocupado mi padre.-Ella asintió con la cabeza.
-Ha nacido una niña señor, pero no una niña cualquiera -Musitó
Mi padre se acercó y contempló el lila cristalizado de mis pequeños y recién abiertos ojos, quedó trémulo de miedo por unos segundos ¿Qué clase de brujería era está? ¿Cómo era posible que una niña naciera con los ojos violetas? El sabía que fuese lo que fuese tenía que mantenerme oculta.
***
El Castillo Himbergüer era un lugar mágico y soñado, era enorme contaba con más de 200 habitaciones, 100 baños, una torre, una enorme escalera con forma de caracol a la entrada.
Se dividía en dos secciones, en un jardín precioso que parecía de cuento de hadas por la gran gama de flores y colores que daban un aspecto pintoresco, los árboles enormes que eran tapados por flores y frutos que largaban un aroma suave pero muy muy dulce como el sabor que procedía de los frutos y de la gran cañada, sin duda alguna emanaba suspiros de vida a aquel exquisito lugar. Por las mañanas se podía escuchar cantar los pájaros, en verano era un placer observar como los animalitos culminaban la metamorfosis y se transformaban en grandes y bonitas mariposas; no existía el invierno, las hojas de los árboles siempre se encontraban verdes y bien sujetas, la muerte no era una palabra que ese lugar conociera.
Por otro lado existía un lugar cubierto de niebla y penumbras, mi zona prohibida, en donde la muerte reinaba simplemente habitaba la nostalgia de lo que fue y ya no existe. lo único que yacía con vida en ese lugar eran los recuerdos de las personas que estaban condenadas a vivir dormidas bajo metros de tierra en el aquel cementerio.
Ambos sitios conformaban mi paraíso sombrío.
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𝕸𝖎 𝖕𝖆𝖗𝖆í𝖘𝖔 𝖘𝖔𝖒𝖇𝖗í𝖔
Fantasy¿Qué pasaría si la vida y la muerte se encontrarán fusionadas en un solo lugar? En una utopía, en un paraíso sombrío. El libro está basado en una noche en dónde se siente el peso de las almas que ya no están, en una noche en dónde se sienten pasos d...