Capitulo 2

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Sakura despertó con un espantoso dolor de cabeza. Se sentía fatal. ¿Qué había pas…?

Se tensó al recordar al tipo oculto en casa de su hermana. Al recordar sus palabras. Aterrada, se incorporó un poco y descubrió al instante que se encontraba tendida en el frío suelo de una habitación diminuta y cubierta de polvo… Y esposada a un desconocido de pelo rubio. A pesar de que comenzó a formársele un grito en la garganta, logró contenerlo.

Que no cunda el pánico. Por lo menos hasta que descubras lo que ha sucedido, se dijo. Según parece, Reiven ha cumplido la amenaza de arreglar una cita a ciegas… como en aquella ocasión en la que «accidentalmente» la encerró en la despensa con Randy Davis durante tres horas. O cuando la «secuestró» y la metió en el maletero del coche con aquel músico extraño.

Reiven siempre utilizaba técnicas muy poco ortodoxas para arreglarle citas. Aunque, para ser justos, su hermana no solía dejar al tipo en cuestión inconsciente antes de obligarle a quedarse a solas con ella. No obstante, con Reiven siempre había una primera vez para todo. Y una cita a ciegas extrema era muy de su estilo.
Obligándose a no perder la calma hasta tener más información, Sakura echó un vistazo a su alrededor. Estaban en un cuarto pequeño, sin ventanas y con una puerta de hierro oxidada. Una puerta a la que no podía acercarse sin arrastrar a su amiguito por el suelo.

No había muebles ni ninguna otra cosa. La única luz en la estancia procedía de una bombilla que colgaba en el centro del techo. Vale, al menos el peligro no era inminente.

Muy lejos de sentirse reconfortada con la idea, contempló el cuerpo que tenía a su lado. Se encontraba tumbado de costado, de espaldas a ella; y una de dos: o estaba muerto o estaba inconsciente. Tras decidir que prefería la segunda posibilidad, se inclinó un poco hacia él.

Parecía bastante alto y, a juzgar por la postura, podía decirse que lo habían arrojado al suelo sin muchos miramientos. Con las piernas temblorosas, Sakura se puso de rodillas muy despacio y se colocó sobre él para evitar que el brazo del hombre quedara aún más retorcido.

El tipo no se movió.

Sakura lo examinó de arriba abajo. Llevaba un abrigo de cuero negro, vaqueros del mismo color y un jersey de cuello vuelto también negro que le daban un aspecto extremadamente peligroso aun tirado en el suelo. Calzaba botas negras de motorista con unas extrañas incrustaciones plateadas en los talones.

El pelo rubio y ondulado le caía sobre el rostro y le llegaba hasta la solapa del abrigo, ocultando sus rasgos.

—Disculpe —susurró mientras estiraba una mano para tocarle el brazo— ¿Está vivo?

Tan pronto como tocó el duro y bien formado bíceps, Amanda se quedó sin aliento. Ese cuerpo postrado era como acero al tacto. No había ni un ápice de grasa. Rezumaba fuerza y agilidad. Madre del amor hermoso…, pensó. Antes de poder contenerse, deslizó la mano a lo largo del brazo. ¡Qué gustazo! Dejó escapar el aire de forma lenta y apreciativa.

— ¿Oiga? ¿Señor? —Lo llamó de nuevo al tiempo que zarandeaba el musculoso hombro— A ver, don Gótico, ¿te importaría mucho recuperar el conocimiento para que pueda marcharme? No me apetece en absoluto estar encerrado en una habitación con un muerto más tiempo del necesario, ¿vale? Vamos, por favor, no hagas que esto parezca Un fin de semana con Bernie; recuerdas que los protagonistas tienen que cargar con el cadáver de su jefe, ¿verdad? Pues aquí solo estoy yo y tú eres un tipo muy, muy pero muy grande.

Ni se movió.

De acuerdo, tendré que intentar otra cosa, decidió. Mordiéndose el labio, lo hizo rodar hasta dejarlo tumbado de espaldas. El cabello se le apartó del rostro en el mismo instante en que se le abrió el cuello del abrigo.

Pleasures of the nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora