1| Plan de escape

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Plan de escape

Athara

Era bastante sofocante, mis músculos dolían y aunque llevara la mayor parte de mi vida haciendo esto, mi desgaste corporal sobrepasaba mis limites algunas veces. El harapo mediano que yacía en mi mano, restregaba una y otra vez el suelo que trataba de dejar reluciente tal y como a la reina le gustaba. Mi cabello blanco constantemente caía en mi cara, logrando fastidiarme un poco y la incesante música proveniente de la habitación del príncipe tan solo conseguía incrementar mi mal humor.  

Me levanté con dificultad y recogí mis implementos de limpieza para continuar con mi rutina en el living. Cada minuto se volvía más pesado, más agotador. Finalmente, al terminar, me dirigí al cuarto de sirvientes con el balde de agua y los utensilios de limpieza en las manos. Pero, como si mi día no pudiera empeorar, tropecé con los adornos de la alfombra del pasillo y caí, derramando todo en el suelo. Contuve un suspiro de impotencia y, apresurada, empecé a recoger el desastre. Sin embargo, un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar una voz grave detrás de mí.

—Parece que no ibas a arreglar eso —enarco una ceja sonriendo con superioridad. Lo mire asustada sintiendo mi cuerpo temblar por su presencia. Conocía muy bien como era el heredero, debido a los chismes que corrian por los pasillos y las contadas ocasiones en las que me habia topado con el y se comportaba de manera inapropiada.

—Iba a buscar con que hacerlo —baje la mirada.

—Uhm, si, no creo que eso sea cierto, pero no te inquietes no diré nada —se acercó.

—¿Enserio, alteza? —lo mire alzando las cejas, impresionada por su actitud relajada.

—Claro, pero mi silencio tiene un precio —susurró. Tragué saliva, temiendo lo peor—Eres bastante hermosa.

Mantuvo las manos en los bolsillos, pero su mirada penetrante me recorrió con descaro. Dio un paso adelante, reduciendo la distancia entre nosotros.

—Si aceptas hacerme compañía en mi alcoba, podría olvidar a esa sirvienta torpe que arruinó la preciada alfombra de mi madre.

Sentía su mirada barrerme con diversión y deseo; me sentí pequeña frente a el y no pude evitar apretar mis manos en puñales llamando su atención.

—No puedo complacerlo en eso, alteza—respondí vehemente.

Cedric alzó las cejas y soltó una risa sarcástica, la cual fue rápidamente remplazada por una mirada de molestia, aun sin dejar de lado aquella pizca de diversión, la cual me hacia afirmar que en este momento el era un cazador y yo su pequeña presa.

—Aun después de que El Rey decidió acogerte, en vez de dejarte a cargo de un burdel para que te prostituyeran ¿Osas a negarte calentar mi cama? — todo ocurrió de forma rápida, en un segundo el hombre rubio estaba frente a mi, aprisionándome contra la pared y sosteniendo mi cuello con sus manos, lo suficientemente fuerte para dificultarme respirar.

—L-lo lamento, alteza —cerré mis ojos con fuerza intentando contener un alarido, pero el príncipe apretó su agarre.

—Te perdono —sonrió socarron, mientras acercaba aun mas su rostro—Solamente si me das lo que quiero—lo mire asustada y casi suplicante—Quiero que cojas conmigo, pequeña.

Lo mire con los ojos saliéndose de mis orbitas, mi corazon empezó a latir rápidamente y jamás me había sentido tan sucia y ofendida, solté un sollozo y eso parecio emocionarle aun mas, porque hundió su cabeza en mi cuello y deposito besos suaves y mordiscos en el.

Alarmada por aquel contacto intimo, tome impulso y patee sus partes nobles con fuerza; el heredero se alejo adolorido y no espere mas para salir corriendo lejos de ahí, pero antes de poder cruzar el pasillo una oleada de aire me atrajo hacia él y choque con su pecho, lo mire desde abajo y le suplique que me soltará; comencé a removerme con todas mis fuerzas pero simplemente era en vano contra el, al ver que no funcionaba opte a gritar en busca de ayuda, pero como siempre, todos hacían de la vista gorda cuando se trataba de los abusos del monarca. Mi corazón latía desbocado y el miedo recorría cada parte de mi cuerpo, pero ningún miedo se comparaba al que sentí cuando me comenzó a arrastrar y vi la gigante e imponente puerta de su alcoba real.

Cenizas de hielo © [En emision]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora