II. No eres él

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—Ven, Mira-chan, siéntate aquí.

—De verdad que no es para tanto —argumentó la mujer viendo que sus dos acompañantes estaban extraña y exageradamente preocupados por ella.

Mirajane había salido esa mañana sola a una misión que se veía realmente fácil. No tenía nada que hacer en el gremio porque casi todos estaban fuera, así que decidió que tal vez también ella tendría que hacer algo. Además, así se entretendría hasta la vuelta de Laxus, quien también había salido de misión y se esperaba que regresara ese mismo día.

Sin embargo, en mitad del trabajo y mientras se estaba enfrentando a un monstruo, sintió un fuerte mareo que la desequilibró, haciendo que cayera y se lastimara una pierna.

Tuvo suerte de que Gray y Juvia estuvieran por allí cerca para ayudarla, pues imposibilitada y con el mareo aún latente en su cabeza, no podría haber acabado con el monstruo, que fue mandado a volar rápidamente por los magos de agua y hielo.

Después, la habían llevado al gremio entre los dos. Esa herida en la pierna se veía bastante mal y no querían llevarla hasta Porlyusica porque su casa quedaba muy lejos y ninguno de los dos quería que empeorara. Así que decidieron llevarla al gremio y esperar a que Wendy llegara.

—Mira-san, aquí está Wendy —dijo Juvia aliviada mientras llegaba con la Dragon Slayer del Cielo a la enfermería.

—Mira-san, ¿te encuentras bien? —preguntó la pequeña preocupada.

—Sí, no te preocupes. Es un rasguño sin importancia.

Mirajane les sonrió a los tres con complicidad para que se tranquilizaran. Ella era una persona que se preocupaba mucho por los demás, pero no le gustaba tener tanta atención por parte de otros. Se seguía encontrando un poco mareada y unas ligeras náuseas la atacaban de vez en cuando, pero era bastante soportable.

El dolor de la pierna era intenso, pero sabía que pronto pasaría cuando Wendy la curara.

La chica desplegó su magia sobre la pierna de Mirajane, pero cuando estaba casi curada, sintió algo extraño proviniendo del cuerpo de la maga de cabello blanco. Era como una energía extra que emanaba de ella misma. Era lo más extraño que había percibido nunca, pero cuando lo sintió por completo, no pudo evitar que sus ojos se abrieran con sorpresa.

Al terminar su curación, Wendy levantó la vista y miró directamente a Mirajane, quien le sonrió maternalmente con agradecimiento.

—Mira-san, ¿podemos hablar un momento a solas? —cuestionó de forma inocente la chica, sintiéndose bastante grosera con Gray y Juvia, pero sabiendo que debía comentarle a Mira lo que había descubierto en privado.

—Claro, vamos a...

—No, no —interrumpió Gray—. Nosotros nos vamos ya. Queremos ver cómo está Storm.

Mira y Wendy los miraron y les sonrieron agradecidos. Después, se despidieron y la pareja se marchó dejándolas solas en la enfermería.

Wendy sonrió tenuemente cuando Gray y Juvia abandonaron la habitación. No sabía bien cómo contárselo, así que daría un ligero rodeo porque ese tema la ponía especialmente nerviosa. Suponía que, con el carácter tan apacible que Mirajane tenía, lo tomaría muy bien, pero aun así no quería apresurar las cosas.

—Mira-san... ¿te has sentido bien durante estas últimas semanas?

La mujer de mirada azul se quedó pensativa. Llevaba algunas semanas sintiéndose más cansada que de costumbre y, aunque había tenido algún ligero mareo, no le había dado mucha importancia. De todos modos, no era un problema de salud realmente grave, así que lo dejó estar y ya.

ReconstrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora