Que bonita pareja

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O si, es una canción de Joan Sebastián que realmente me encanta ueu.

Su amado se veía hermoso, como un ángel, con esa elegancia innata que siempre había admirado. Eran la pareja perfecta, la más bonita que había visto en su vida, aunque a él le destrozara por completo. ¿Qué más podía hacer, si no desearle toda la felicidad del mundo en su matrimonio?

Deuteros se había confesado justo antes de que Asmita le dijera que salía con su hermano gemelo, un momento que quedó grabado en su memoria. Aquella revelación, que llegó después de cuatro años de amistad profunda, fue un golpe inesperado. Ahora, con 26 años, lo observaba firmar ese papel que sellaría su compromiso, un ritual que simbolizaba un futuro que nunca podría ser el suyo.

—Muchas felicidades, Asmita —dijo, intentando mantener la voz firme.

—Deu, ya habíamos hablado de esto —respondió el, con una mezcla de tristeza y comprensión en su mirada.

—Lo sé, y deseo que sean muy felices. Que él te dé todo lo que mereces, mi bello ángel.

—En serio lamento no corresponder tus sentimientos. Esa noche no debió suceder —susurró, con un aire de pesar que parecía pesar sobre sus hombros.

Sí, había tenido la dicha de tenerlo en sus brazos, de experimentar un amor tan intenso, aunque fuera un amor prohibido, un destello de felicidad que se mezclaba con la culpa. Sabía que lo que compartieron fue real, un momento fugaz que, sin embargo, marcó sus vidas para siempre.

—No tienes que disculparte por nada —dijo Deuteros, intentando disipar la tristeza que se cernía entre ellos—En el corazón no se puede mandar-

-Nunca seré infiel de nuevo, eso fue un error que jamás olvidaré—Jamás lo olvidaría, y tampoco lo volvería a hacer —respondió su voz un susurro firme.

—Estoy convencido de que él te ama, o incluso más de lo que yo podría. No sabes la ilusión que se notaba en sus ojos cada vez que hablaba de ustedes dos. Era como si todo su mundo girara a su alrededor.

Deuteros se alejó de su amado hindú, sintiendo el vacío en su pecho mientras se dirigía al lugar que le correspondía como hermano del novio. Observó la ceremonia en silencio, sintiendo cómo el amor brillaba en los ojos de ambos, mientras su propio corazón se rompía en mil pedazos. Era un espectáculo hermoso, un cuento de hadas en el que él no podía ser el príncipe. Sin embargo, se prometió a sí mismo que, a pesar del dolor, siempre estaría ahí para apoyarlo, incluso desde la distancia.

El aire estaba cargado de felicidad, risas y promesas. Cada sonrisa, cada mirada compartida entre Asmita y su hermano, le recordaba lo que había perdido. Pero también le enseñaba que el amor verdadero, aunque a veces duele, tiene la capacidad de sanar. Así que, mientras las campanas sonaban y los invitados celebraban, Deuteros decidió guardar su propio amor en un rincón del corazón, dispuesto a desear lo mejor para aquellos que lo rodeaban, incluso si eso significaba sacrificar su propio anhelo.

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