Capítulo Único

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-Hirose-Llamó Nakamura.
-¿Um?-Respondió el chico dándose la vuelta con una paleta en la boca.
-Hay algo que debo decirte.
-Y, ¿qué es?
-Yo... Yo...

Nakamura agachó la cabeza, se miró los zapatos, miró los de Hirose. "Adelante" le dijo una voz en su cabeza, la suave voz con la que Hirose le hablaría si fueran novios "por favor, no lo dejes esperando, esta es tu oportunidad". Nakamura miró al chico frente a él, sin permitirse levantar la cabeza. Una de sus mejillas estaba inflada por la paleta que tenía en si boca. En sus ojos, Nakamura vio el destello que brillaba cuando el chico estaba expectante. "Justo como hace 2 años" se dijo el pelinegro "no creo que esperara tal espectáculo por una amistad". Había sido toda una confesión, esto es imposible de negar, pero el problema no residía ahí, sino en lo que había ocurrido antes. Recordó la excursión. Chinatown. Cuando conocieron a los pulpos (el recuerdo de él intentando asesinar a uno de esos aún lo avergonzaba). Cuando su manga yaoi cayó, por supuesto fue bueno que la bondad de Hirose lo llevará a buscar al dueño del volumen, pero no lo fue tanto cuando Hirose le reveló, tiempo después, que sabía que aquel le pertenecía. Pero nada había empezado ahí.

Se transportó a aquel frío día de septiembre. Estaban en Matemáticas y el maestro había llenado el tablero de un montón de expresiones raras que, a fin de cuentas, venían a dar 3. La puerta se abrió y toda la atención se centró en ese lugar, excepto la de Nakamura, claro, quien fantaseaba con lo que le ocurriría a los personajes de su manga favorito. Hasta que alguien entró y se paró en el tablero, mirando a todos con una hermosa sonrisa que Nakamura nunca olvidaría. Sus labios rosados se abrieron para dar paso a aquella angelical voz que daría inicio a todo. "Aiki Hirose" fue todo lo que Nakamura oyó antes de empezar a preguntarse con cuál apellido se quedarían en cuanto se casaran.

Sintió un estremecimiento en su piel, "la cucaracha" pensó. No fue una buena experiencia, en cuanto al bicho se refiera, pero el resto... No estuvo tan mal a decir verdad. Recordó la sensación que tuvo al llegar a casa. Por un lado estaba la sensación de que debía bañarse hasta que su doctor le dijera que, literalmente, no había más bacterias en su cuerpo, por otro, tenía miedo de borrar lo que había sucedido antes, como si quisiera que los dedos de Hirose quedarán impresos en su piel.

Pero no fue nada comparado con el día de la obra, todavía se preguntaba porqué no lo había besado en cuanto tuvo oportunidad ("el clima no estaba bien" se decía), después de todo, habían estado a menos de 5 centímetros y era sobre eso sobre lo que trataban sus papeles en la obra.

Y, no podía olvidar la excursión. Cuando estuvieron en Chinatown. El acuario. Hirose era el único que había entrado con él. Cuando salieron de allí. "Yo ya pensaba de nosotros como amigos". Eso era bueno, puede ser, al menos eran amigos, pero eran solo eso, amigos. Qué patético debió haber sonado diciendo eso. ¿A quién se le ocurría hacer una confesión como esa para algo así? Amigos.

Y, por último, estaba la vez que Hirose había ido a su casa. Se suponía que iban a leer manga, pero Nakamura no podía permitir que Hirose viera sus mangas yaoi, por lo que los sacó todos de su habitación. Al final solo le quedó "Sailor Moon", así que estaban en las mismas. Lo peor fue que a Hirose le gustó.

-¿Nakamura, qué me ibas a decir?-Nakamura levantó la cabeza, Hirose lo miraba expectante.

-Hirose-Empezó el chico-Te busco en mis fantasías, te persigo en mis sueños. Tú eres mi chico icónico, tú eres mi rubí zafiro, yo soy tu rosa de ensueño, soy esa gente que te admira. Contigo soy un rey. Hirose, yo... Yo te amo.

Ton RoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora