Segunda parte

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La niña salió corriendo emocionada en búsqueda de su madre. Para ser una pequeña era muy ágil y rápida, era igual a ella, o al menos era lo que Terry pensaba.

La rubiecita alcanzó a una mujer que a juzgar por su expresión, había estado extremadamente asustada por haber perdido a su hijita. Terry contuvo la respiración al divisarla desde lejos.

Hacía mucho que no la veía.  ¿Cuánto tiempo había pasado para que aquel cuerpo de adolescente diera paso al de mujer? De aquella niña atolondrada no había rastro. Había reemplazado sus dos coletas por un peinado recogido a la mitad y dejando caer el resto de su cabello rizado sobre su espalda. Su rostro era más definido y delgado al igual que su cuerpo que ahora era un poco más alto. A pesar de que Terrence la había examinado de arriba a abajo, sus ojos se quedaron puestos en la sonrisa transparente de la mujer que amaba.

- ¡Dulce! - No importaba qué tan fuerte sus fans gritaran, podía reconocer la voz cantarina de Candy llamando a la pequeña. La mujer salió corriendo a dirección de Dulce extendiendo los brazos para recibirla- ¿Pero dónde has estado? Me tenías angustiada, no puedes dejar mi lado así- la abrazó agradeciéndole a Dios de que regresara a ella a salvo - Dime ¿A dónde has ido?

- Mami te traigo un regalo!- se rió complacida de lo que traía escondido a sus espaldas. Candy agrandó los ojos y pestaño tres veces.

- ¿Un regalo? ¿Y qué es? - a pesar de ser ya una adulta, su curiosidad era la misma.

La niña le enseño el papel que había adquirido del Actor. Su madre como reacción se tapó la boca con una mano, estaba asombrada.

- Pero...

- Es el muchacho que tienes guardado en tu cajita- se refería al pequeño retrato que Candy conservaba de él en su joyero. Era sorprendente cómo Dulce lo había reconocido.

Miro por segunda vez la fotografía, había sido firmada por él.

- Terry...- Alzó la mirada de inmediato al saber que él estaba cerca. Lo buscaba entre le multitud volteando la cabeza de lado a lado hasta que por fin lo divisó.

Sus corazones comenzaron a avanzar al sus miradas encontrarse. Terry podia sentir sus propias palpitaciones, pegando tan fuerte en su pecho como si se tratara de un tambor.

Él tampoco se había quedado atrás, había cambiado mucho desde la ultima vez que Candy lo vio actuando en aquel teatro de tercera. Aquella vez, él estaba muy flaco y apenas podia mantenerse de pie ante los efectos del alcohol. Pero por supuesto, habían pasado ya ocho años y él ya era un hombre en todo sentido de la palabra. Sus hombros y brazos se habian puesto mas anchos, sus piernas eran mas largas haciéndolo ver más alto. Habia ganado el peso que había perdido en aquel tiempo, pero se conservaba delgado y con una postura elegante. Su melena rebelde había sido cortada, dando paso a un Terry muy diferente al que ella recordaba. Aquel muchacho rebelde del San Pablo, el joven a quién ella más había amado.

La niña volteo el rostro hacia él y sacudió las manos en el aire saludándolo y gritando su nombre. El hombre salió de sus pensamientos al observarla... Tal vez debería acercarse a ellas. Se armó de valor y fue a tomar un paso adelante.

Lamentablemente fue interrumpido por otra voz que él muy bien conocía. Al ver quién era, se congeló antes de poder caminar hacia ella.

- Candy! Dulce! - Albert corría hacia su encuentro con las dos rubias.

- Oh Bert! Ya apareció la niña- Recordó que él la había estado ayudando a buscarla. Dulce se acercó al rubio y pidio que la cargara en brazos, el hombre la levantó en el aire y le dio vueltas haciéndola estallar a carcajadas.

Una vez más [ CandyxTerry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora