Cacería

El consejo.

-Nos están matando, ¿Es qué nadie piensa hacer nada?

-No empieces de nuevo Lucrecia. Tenemos a nuestros...

-¡Por favor! ¿Mejores hombres? ¡Llamar a esto aquelarre es un insulto a la Magia antigua! ¡Tan solo quedamos cincuenta pseudos Portadores en toda América! y juntos no somos tan poderosos como cualquiera de nuestros antepasados!

-¡No vamos a escondernos como cobardes!

-¡No tenemos poder para pelear ahora!

-Hablaremos de forma civilizada o esta reunión no llegará a nada señores. Lucrecia tiene un punto Petrov. Cada vez tenemos menos poder y los descendientes de Davis nos tienen acorralados. 

-¿A donde quieres llegar Serena?

-Lo mejor seria convocar "Et obscuratus"...

-¿Esa es tu solución? ¿Qué todos te demos los pocos poderes que aún nos quedan para que puedas ser nuestra salvadora?

-...yo ya no tengo la edad para cargar con sus poderes, debe de ser alguien joven Petrov. 

-Y quien s...

-Debemos irnos. Llegaran en diez minutos. 

-Muy bien señores, Rosario ha hablado. Esten atentos, volveremos a reunirnos en dos semanas. Leonor les hará saber el momento y el lugar. Tengan cuidado. 

Así, y con toda premura cada quien huyó de allí lo mas rápido que sus habilidades le permitieron. Jugaban una guerra que no podían ganar, no tenían el poder ni la unión para hacerlo. pero el detonante llegó cuando atacaron a otro miembro del consejo:

Había sido tarde. Sus radares le avisaron demasiado tarde. Tomó la caja de la última repisa de su armario, aquella en la que conservaba papeles, fotos y algunos documentos y lo selló con un sencillo y potente hechizo. En una mochila puso un poco de ropa (ya no quedaba tiempo, estaban solo a tres calles).

Salió por la ventana (quizás con la idea de despistarlos) y comenzó a correr.

Las costillas le ardían, el aire no alcanzaba pero no podía detenerse. Cuando salió del pueblo y una vez que se adentró unos metros en el bosque, se dio de lleno con un viejo pino; parecía a punto de caerse, pero conocía las historias y tenía que ser ese. Rápidamente hizo un pozo, metió la caja y marco el pino. Para cuándo acabo, solo pudo dar unos pasos más hasta que una bala atravesó su cabeza.