Yo creo, Yo creo

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                               "Yo creo, yo creo"

  Siempre he escuchado esa frase, si crees en algo, se volverá realidad; casi como en los cuentos de niños, donde la simple línea "Yo creo en las hadas" hacía que Campanita volviese a la vida y continuase sus aventuras junto a Peter Pan. Me he encontrado muchas veces creyendo que tal vez, solo tal vez, aquella frase pudiese guardar algo de verdad en su interior; pero en tantas ocasiones he sido ignorada, que a veces pienso que no importa cuántas veces escuche a las personas decir que creen en mí, sencillamente la magia nunca me rescata.

  La alarma del reloj despertador comenzó a sonar con su incesante estruendo anunciando que era hora de despertar, y vi con anhelo cómo la chica junto a mí se ponía perezosamente de pie, mientras la voz del locutor de la radio despertador comenzaba a retumbar en la amplia habitación haciendo eco entre las paredes.

  —"Buenos días a todos, es un hermoso día para despertar y comenzar con mucho ánimo la semana..."

  La chica golpeó suavemente uno de los botones de la radio y la voz del locutor se perdió en la distancia, mientras abría una de las gavetas de su armario para comenzar a vestirse.

  —¡El desayuno está listo! — Gritó mamá desde la planta de abajo con su alegre voz cantarina — ¡Llegarán tarde a la escuela!

  —¡Voy! – Gritó de vuelta la chica — ¡Sólo unos minutos!

  La chica, ese era el nombre que concienzudamente le había dado, ya que técnicamente eso es lo que era, y porque, a diferencia de mis padres, que ya la amaban incluso más que a mí, ella era la intrusa, lo había sido desde el primer momento en el que puso pie en la casa después de que mis padres la hubiesen adoptado años atrás. En fin, la vi vestirse rápidamente mientras tenía el cepillo de diente en su boca intentando dominar todas las tareas en unos pocos minutos; ella siempre iba tarde a todo, incluso estaba segura de que llegaría tarde a su propio funeral, era simplemente ese tipo de personas.

  Me di la vuelta ignorándola por completo mientras bajaba las escaleras camino al comedor. Toda mi familia estaba ahí, mis dos maravillosos padres con sus sonrisas y sus ropas de trabajo, y mi hermano mayor sentado ya en una de las sillas de la mesa. Si les soy sincera, tengo que admitir que en cierta forma estaba un poco aliviada, mis padres habían vuelto a sonreír después de tantos meses de tristeza y peleas; pensé que en algún momento se separarían, que las cosas se les habían salido de las manos; pero misteriosamente todo se solucionó, con el tiempo comenzaron a sentirse más tranquilos y en paz, volvieron a recordarse las cosas que sentían el uno por el otro, y todo volvió a la normalidad, con la única excepción de que ahora había un puesto más en la mesa, y todas las miradas de alegría y los comentarios cariñosos iban dirigidos a la intrusa y no a mí, era como si yo hubiese desaparecido.

  —Hola, mamá — Saludó la chica tomando asiento junto a mí — Lo siento, me quedé dormida.

  Bufé por lo bajo, siempre era lo mismo, no importaba cuantas veces sonara el despertador la intrusa siempre despertaba tarde.

  —¿Tienes lista la presentación para hoy? — Inquirió papá sirviéndole un gran trozo de tocino.

  —Todo listo — Asintió con su típica sonrisa petulante — La biología es la ciencia que tiene como objeto de estudio a los seres vivos, y más específicamente su origen, su evolución y sus propiedades.

  —Muy bien — Replicó con una sonrisa de satisfacción.

  Así eran todas las mañanas, desayunábamos en la mesa, mis padres hablaban con mi hermano y con la nueva intrusa, y yo era ignorada una vez más, mientras internamente no dejaba de repetir una y otra vez "Yo creo en mí, yo creo en mí" tal vez, si lo decía con la suficiente fuerza y lo deseaba con todas mis ganas, yo existiría, yo sería notada, la intrusa no se quedaría con toda la atención... pero a veces sentía que no era más que una pequeña mancha diminuta en la pared, algo que está ahí, siempre, sin moverse, latente como una necesidad, pero a la que nadie nunca nota.

  El teléfono de mi hermano sonó junto a mí con su acostumbrado repique de los Rolling Stone.

  —Háblame — Contestó mientras terminaba de engullir su porción de tocino y huevo — Claro, en cinco minutos estoy listo, nos vemos afuera.

  Cortó la llamada y se puso de pie rápidamente, abrazó a mamá, a papá y a la intrusa, y miró con tristeza hacia el lugar donde yo estaba sentada. Tragué con nostalgia, él también había cambiado, todos lo habían hecho, ya nadie tenía nada más que decirme a mí.

  Papá, mamá y la intrusa terminaron su desayuno y se pusieron de pie rápidamente, continuando con la atareada rutina de todos los días, dejando la vajilla en el lavaplatos y corriendo hacia la puerta y el auto, dejando atrás a la casa y a mí.

  Para estas alturas tal vez ya debería estar acostumbrada ¿No? Después de más de un año siendo completamente ignorada, olvidada, dejada en el pasado, en los recuerdos, en las memorias de tiempos felices y dolorosos, tal vez ya era hora de seguir adelante, de continuar sus pasos y olvidarlos también a ellos, porque, ¿Cómo puedes hacer que alguien crea en ti? ¿Cómo puedes hacer que alguien te devuelva a la vida? Ya no hay más cuentos de hadas para mí, en mi mundo Campanita nunca despertó de su letargo porque no habían voces que dijeran "Yo creo en las hadas, yo creo en las hadas", los cuentos solo son una ficción, yo solo soy una de esas cosas que los adultos usan para asustar a los niños, ya nadie está dispuesto a decir "Yo creo en los fantasmas, yo creo en los fantasmas"... ¿O sí?

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2022 ⏰

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