Cuando Jongho entraba a ese departamento podía pensar una o dos cosas, dependiendo mucho de los sonidos que pudiesen existir en el pequeño lugar. Tenía claro que cuando estaba todo en completo silencio, era porque su novio que siempre era inquieto, se encerraba en una habitación poniendo un letrero de no molestar en la manilla; eso era porque estaba muy concentrado componiendo canciones que al final dejaba escondidas en una caja bajo la cama que solían compartir. La segunda opción era igual pero, había un aspecto que cambiaba todo el rumbo de la situación y era que el ambiente podía sentirse tranquilo pero había un aroma en el aire que le advertía de una sola cosa.
Uhm, cuando Daehwi se sentía presionado y estresado, se ponía sus audífonos con orejas de gato —con luces, había que destacar que tenían luces—sobre los cabellos que en un arranque de locura se tiñó de blanco y negro como las chicas cool que veía en Instagram, o algo así, total que Daehwi se distraía de todo reventándose los oídos con música realmente alta y pintando cualquier cosa que se imaginara. Sí, él era multifuncional y eso le hacía ver como una persona con muchas capacidades.
La sala estaba decorada con dibujos y pinturas muy simples, pero que reflejaban tiempo y dedicación en cada trazo.
Cuando Jongho y Daehwi habían comenzado a salir, el mayor por un año había tenido el afán por aprender a dibujar porque, según él, quería recrear lo bonito que era el menor en mil hojas de papel. Lo cual era tan cursi que terminaba asqueado por completo. Pero Daehwi era muy bueno en eso sin saberlo, y por eso era su ruta de escape para todo.
Jongho entonces podía descartar la primera opción, en esos momentos seguro su novio estaba haciendo alguna combinación de colores y ensuciando la lona de plástico que ponía a sus pies, con muchas gotas de colores que le manchaban las zapatillas. Daehwi se esmeraba por ser bueno en todo, pasándose horas sin prestarle atención a nada.
Porque podía llegar, pasearse por la casa como por tres horas y Daehwi no se daría cuenta si Jongho no le quitaba los audífonos estrafalarios de la cabeza.
Ya llevaban como... ¿Cinco años? De relación y tal parecía que estaban casados por la confianza que existía entre ellos, por su puesto que sí. Eran responsables y se querían mucho, al menos así lo era la mayoría de las veces. Como toda pareja, ellos tenían sus diferencias pero lo resolvían casi a los cinco minutos porque eran casi como la razón de vivir del otro.
Por lo que Jongho se rehusaba a molestarlo cuando estaba en las suyas, pero en esos momentos estaba irritado por todo lo que había tenido que pasar en la estúpida universidad y con sus padres al haberles hecho una visita rápida. Quería pasar tiempo con su gatito y Daehwi parecía amar muchísimo más a sus pinceles nuevos que a él.
Tanto fue así que le pasó por el frente y se quedó parado ahí, a ver si le notaba, pero no. Tal parecía que estaba absorbido completamente por su creación. Jongho bufó, lo mejor sería pegarle un susto o algo para que se diera cuenta de su mueca inconforme y su puchero de malcriado, pero primero lo primero, se dio una ducha pero eso no ayudó a bajarle la rabieta y la frustración, incluso miró por un rato su teléfono mientras iba de arriba para abajo, que si bebiendo agua o robando fresas de la nevera, cualquier cosa, pero Daehwi estaba poseído por el espíritu del arte.
—Este mocoso.— Murmuró, dejando su aparato abandonado por algún lugar de la habitación. —Ugh, simplemente ugh, ugh.— Hablaba solo cuando estaba frustrado, no podían culparlo, la única manera de que no se volviera loco era que Daehwi estuviese ahí para él, para darle caricias en las mejillas y mirarle con esos ojitos brillantes que nunca perdían ese rastro de admiración. ¿Cuántos pasos había dado ya en toda esa hora que llevaba esperando? Sí, una hora, pero no podía esperar más. ¿Llevaría embelesado desde muy temprano? Jongho quería llorar contra su pecho y decirle que podría pintar un cuadro suyo y lo querría mucho más que a él, que estaba ahí.
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⌗ PURPLE STAIN ‹
Short StoryWooyoung decía que debía darle una oportunidad a ese atrevido chico que le había estado coqueteando durante toda la semana. Porque era bonito y porque se veía como la persona más perfecta del mundo, una que podía acoplarse perfectamente con su aura...