Me pasan tantas cosas adentro...
Soy un torbellino de emociones contenidas que están siempre al punto de algo. Desenvolverse, liberarse, explotar. Me imagino el barranco, en el borde, una maraña negra con olor a ocre. Se espesa y brilla. Siempre líneas negras. Se enredan, se mueven de un lado a otro. Le hace falta crema enjuague. Le pongo. No cede. Intento y concluyo de que es un nudo que hay que cortar de raíz. Se va formar una rasta.
En el borde decía, con los metros por debajo y el aire libertino empujando mi cuerpo hacia el otro lado. Lo entiendo.
Quiero sentirlo- o quería-. Un redondo sentimiento que agarra un hilo -o una raya- del enjambre y tira. Funciona mejor que la crema enjuague, se va deshaciendo. Tira otro poco. La mano no sabe lo que hace, el calorcito en su pecho se lo dice. Lo agarra con las dos, aprieta fuerte... y el nudo se deshace. Se desenvuelve, se libera... pero no explota.