Querido diario (relato no propio)

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Querido diario...

Hace cuánto tiempo te deje de lado. Mmm, creo que fue desde que la "Mayonesa" estaba de moda en las radios. Sí. Creo que sí.

Había olvidado lo bien que se siente dedicar un pequeño tiempo de mi vida a escribir y contarte todas las cosas que me han pasado. Los tropiezos, los triunfos, lo que pensaba cuando tenía 12 y lo que ahora, mucho o poco, he logrado.

Hoy te contaré de mi fin de semana, en realidad fue una locura total! Mis padres me invitaron a ir con ellos al sur de lima, ya ni siquiera me incluyeron en su hotel (dicen que como soy una persona ocupada no contaron conmigo). En el fondo me dolió sabes? mi corazoncito hizo "auch".

Bueno, decidí ir y pasar mi tiempo con ellos. Cuando tenía 15 sentía que me presionaban y que me controlaban mucho. Ahora que literalmente vivo mi vida, siento a veces que me hacen falta.

Me levante muy temprano. Un sábado! Un sábado! Fue un sacrificio. Dios sabe que amo dormir... Cruz del Sur fue mi bus (el placer de viajar en bus). Después de casi 2 horas y un poco más. Llegué a mi destino. Fuimos a almorzar y luego a pasear por la pequeña ciudad y sus atractivos turísticos.

Pasamos un bonito día juntos, pero ahora, llegaba el momento de irme a mi hotel.

Todo fue algo muy gracioso. Les contaré.

Por cosas del destino, la reservación de mi hotel, no la hice yo, sino una personal especial para mi, y por lo tanto la reservación había salido a su nombre.

Mis papas y mi hermana decidieron irme a dejar, y cuando estaba por bajar, mi mamá decidió acompañarme. Hice de todo como para insinuarle que no era necesario y que mi hotel no estaba tan lejos del suyo. Si necesitaba algo, iría a verlos.

Pero mamá insistió.

Tomé el teléfono y hable por mensajes con mi persona especial.

Le dije que lo iba a matar por no poder la reservación a mi nombre, y el dijo que llamaría al encargado en recepción para que en ningún momento diga su nombre.

Mi nerviosismo crecía conforme nos acercábamos a la puerta del hotel, que por cierto, se veía muy acogedor.

Pasamos por el pasillo a la sala de recepción donde dos jóvenes no atendieron. Mi mamá sólo se limitaba a mirar el ambiente y diciéndome que este lugar se veía mas bonito que donde ellos se hospedarían.

Me acerqué y dije "tengo una reservación". En mi tono de voz trate de buscar la complicidad del joven que me atendía para que, por ningún motivo mencione otro nombre.

Me pidió el documento de identidad y verificó algunas cosas en la computadora.

Mi mamá, para mi suerte se alejo un poco, para ir a darle una ojeada a los cuadros que estaban colgados al otro extremo de la habitación.

"Y el otro documento?" dijo el chico. El inconsciente me gaño y solté un "shh".

De reojo vi, como mamá volteó a ver donde estaba yo, y sólo atiné a decirle al joven "no, soy solo yo, solo es mi habitación" mientras con la mirada intentaba decirle al chico que no dijera mas.

El joven sonrió, a modo de entender la situación y dijo "ok, señorita, sígame por aquí"

Fue cómplice de una noche que quizás solo se quede en el desierto de aquel fin de semana.

Tomó mi maleta y nos llevó a la habitación. Pasamos por la piscina, hacía un lugar al que se subía por una subida echa con piedras muy bonita. El camino estaba cercado por unas lamparas muy rusticas que le daban al lugar un toque mágico.

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